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Voto de Archilupo:
7
Thriller. Drama Tres historias entrelazadas que ilustran los efectos que las acciones de una persona pueden tener sobre la vida de los demás. Tres personajes: una hermosa buscona que estafa a hombres ricos para vivir mejor, un sacerdote enamorado de su ama de llaves que vive atormentado por el peso de un secreto que le ha confesado una feligresa, y un profesor, veterano de guerra, que desea huir de su tediosa vida. (FILMAFFINITY)
4 de diciembre de 2008
35 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) Dos pinceladas anuncian un mundo áspero, condenado: una fila de vidrios rotos sobre una tapia y un doliente rostro femenino, visto a través de la rejilla de un confesonario. Enseguida, sangre de tragedia.

La película desarrolla tres historias, saltando de una a otra, pero no entrelazadas. Dos convergen casi al final, significativamente; las tres, sólo en los últimos instantes.

2) Eliseo, exmilitar, vive con su madre y la odia. Para ella es un soldadito fracasado, lo desprecia. Maniático, siempre tenso y envarado, en la mesa limpia los cubiertos con la servilleta, se da colonia en las manos si toca algo por la calle.
En la biblioteca lee el Jekyll-Hyde de Stevenson. Novela reveladora, dice a su joven alumna de inglés. Ella lo capta: No somos una sola persona sino varias, pero no lo aceptamos.
También Darwin: “La ley natural es que los más débiles sucumban”.
Y tatuado, un símbolo del Walhala, destino del guerrero muerto en combate.
El constante tragar sapos y guardar la compostura le va borrando la media sonrisa. Con las mujeres, todo son chascos. Se convierte en polvorín al ir acumulando frustraciones, hasta que con una chispa explota.

El cura es hombre vigoroso bajo la sotana. Los impulsos sexuales interfieren sus tareas pastorales. Le obsesiona la hermosa mujer que cuida la casa parroquial. Alguna feligresa le llena de dudas.

La atractiva Paola entra en una banda de ladrones para salir de pobre. Aprovechando su físico desvalija a incautos. A una agresión brutal responde con una implacable venganza.

3) El título no engaña: el peso argumental de lo teológico, la insinuación de una justicia satánica, es muy superior al aparente. El modo en que el cura resuelve su problema sexual le impide ayudar a Eliseo cuando éste empieza a perder los estribos.
Algo se está fraguando y el cura lo ve en sueños, pero el sexo lo nubla. La alarmada mujer realiza un peculiar exorcismo con las páginas en que Jesús ahuyenta a una legión de demonios.
Un silencio telefónico (la emulación de Nicholson en “El cartero…” impide descolgar) da paso al ‘fin del mundo’.

4) En el tormento de Eliseo lo teológico y lo psicoanalítico se funden. Su perfil está trazado con rasgos precisos y el actor lo aprovecha bordando la progresión hacia el colapso mental.

En su estrategia parca, la película aprovecha con eficacia detalles caracterizadores. Con el contrincante de ajedrez Eliseo juega muy picado, más volcado en ese pique que en prevenir la derrota. Ve que las letras de un libro se ponen a hormiguear. Ante un espejo múltiple aparece como una legión.

Hay parquedad en los diálogos, muy concisos pero repletos de información esencial, y en el estilo general, muy recio. Música, fotografía, ritmo e interpretaciones tienden a lo escueto.
Por eso choca en el conjunto la historia de Paola, secundaria salvo para reforzar el imperio del desastre.
Choca también el ralentizado final, casi coreografiando.

Tremenda y demoledora, fuera tan sólo nihilista.
Archilupo
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