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Mongolia Mongolia · Pandereta's Land
Voto de tantra:
7
6,4
339
Documental Tras el éxito de "Cineastas contra magnates", Carlos Benpar continúa su ensayo cinematográfico en defensa de los derechos morales de los cineastas frente a las manipulaciones que sufren las películas desde los orígenes del cine hasta la actualidad. Diferentes directores e integrantes del mundo del celuloide en general nos hacen participes de anécdotas que les han ocurrido en sus películas o desarrollando sus respectivas especialidades creativas. (FILMAFFINITY) [+]
14 de noviembre de 2007
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aviso: Si a usted se la pela el coloreado de películas, su formato, el doblaje y otros aspectos técnicos que productores y comerciantes de cine masacran, no vea esta película. Si por el contrario, considera que un film no debería ser alterado en modo alguno y debería visionarse tal y como lo concibió el-la director/a, entonces su visión es obligada.

La importancia de estos 2 documentales no radica en la forma, sino en el fondo. Siempre he defendido que las películas deberían verse obligatoriamente en versión original subtitulada, ya que pese a que en España nos orgullecemos de los dobladores que tenemos, el tempo, la sonoridad de la película e incluso el sentido de muchas escenas se ve alterado al doblarse. No hablo ya de cambios en la banda sonora, traducciones e interpretaciones del guión "sui géneris" o la inclusión de texto no original. La llegada de la televisión en los años 50-60 agravó la manipulación de las películas, ya que al venderse los derechos de estas a la pequeña pantalla, los propietarios de los derechos (es decir, productores o empresarios sin, en muchas ocasiones, escrúpulos ni idea de cine) adaptaban el formato de la película a su conveniencia. Muchas películas originalmente concebidas en ByN fueron coloreadas para ser más comerciales (otra de las cosas que nunca he entendido es la reticencia al blanco y negro). Muchos directores fueron obligados a incluir deshechos de sus películas para coordinar el tiempo de publicidad y el de la película. Grandes atrocidades en las que el director estaba indefenso puesto que legalmente, se establecía que el propietario de los derechos de una película no era el director, sino el productor. Pues bien, a día de hoy en EE.UU. esto sigue siendo así. Por suerte, en Europa, el Tratado de Berna protege a los directores de las obras cinematográficas frente a alteraciones no deseadas en sus películas.
Esta perorata puede resultar inútil para algunos, pero en mi opinión es necesario apoyar a todo cineasta que luche porque se respeten los derechos de sus películas, ya que sus derechos son los nuestros. Y para ello, nada mejor que visionar este par de documentales, ya que el conocimiento es el poder. Poder para reclamar ver aquello que el director nos quiere mostrar. Poder para no sentirnos estafados cada vez que censuran, truncan, editan o manipulan una película sin autorización. ¿Se imaginan la jungla de asfalto coloreada? Pues pregúntenle a John Huston sobre ello. O mejor, pregúntenle a Ted Turner...
tantra
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