Las tres historias o capítulos que componen este magnífico film de animación se nos presentan bajo la sombra algo apocalíptica pero al mismo tiempo portentosamente brillante del mítico creador de "Akira".

Cada uno de los tres episodios tiene a mi modo de ver su particular encanto; los tres me gustán mucho, y cada uno a su estilo forman un conjunto que hacen de esta obra un disfrute para los sentidos.

Es cierto que el listón del público a la hora de valorar el animé está ahora muy alto, y los espectadores no son facilmente impresionables, aún así esta película es una maravilla.

El primer capítulo, "Rosa magnética", es misterioso y romántico, y un prodigio de escenografía y efectos visuales poéticos y delirantes. En este episodio colaboró el posteriormente famoso director Satoshi Kon, que se encargo de la deslumbrante dirección artística y del guión del episodio, basado a su vez en una historia de Otomo. Leí que este episodio tenía reminiscencias del Kubrick de 2001, y del "Metal Hurland" con su particular estética, y puede que sea así, sin embargo yo encontré un cierto parentesco, temático más que visual, con "Solaris" de Tarkovski, en ese extraño y encantador entorno donde no se sabe exactamente donde empieza la realidad o donde terminan los sueños o los recuerdos. El conjunto es barroco y quizás incluso romántico y decadente, al estilo de un Visconti, con ópera incluida en la apoteósica banda sonora. Hay quién dice que es el más brillante de los tres capítulos, aunque yo considero que cada uno tiene su particular encanto. El director de "Rosa magnética" fue Koji Morimoto.

El segundo episodio, "Bomba fétida", es el más cachondo, si se puede usar este adjetivo. Está lleno de mala uva y de humor negro, pero todo de modo simpático y divertido. La música de este episodio contribuye a darle su particular ritmo ágil y de carrera. Una carrera por ver si se puede detener el fétido y fatídico hedor de origen desconocido. No cuento más. No quiero dar detalles que puedan descubrir cosas innecesarias a los que no han visto la peli.
Está dirigido por Tensai Okamura, y sirve muy bien como puente para el último y genial episodio.

El episodio final no decepciona. El propio Katsuhiro Otomo lo firma directamente, y se encarga de dar colofón a esta maravilla de animé con una historia digna del "Metrópolis" de Fritz Lang, con esas obreros marionetas que van a su trabajo como si fueran robots programados para servir a esa enigmática guerra que se está librando contra no se sabe qué o quién...
Entrañable el niño que sueña con un trabajo de mayor importancia que el de su padre, y el profesor que les da lecciones y les "educa" para ser obreros ciudadanos "útiles".

Lo reconozco, el mayor defecto que le encuentro a la peli es que me quedé con ganas de ver un poco más. Quizás de ver otro episodio, o que la aventura titulada "Carne de cañon" se prolongará un poco más.