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España España · Granada
Voto de Kikivall:
4
Acción John Harmon es un agente de la CIA que debe investigar a unos terroristas islámicos capturados en México. Junto a su equipo, la sensual agente del FBI Zara Hakey y el piloto de drones Matthew Sharp, viaja a Estambul donde descubrirá una trama brutal: los extremistas islámicos planean usar las rutas del contrabando de Sonora para traer armas a los Estados Unidos. (FILMAFFINITY)
19 de abril de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Confieso que a pesar de mi amor por el buen cine me gusta Steven Segal, me parece uno de esos duros que se carga a todos los malos sin despeinarse y en este film muy metido en kilos e incluso la cara hinchada, pero sigue dando caña a tope. Incluso algún sucinto cameo para que no se diga que con los años ha perdido reflejos sexuales.

Keoni Waxman dirige esta película de serie B con oficio pero en forma tan tediosa que ni siquiera logra que Segal brille como es costumbre. El guión del propio Waxman es pesadito en su exposición de la trama, con tintes pedagógicos que pretenden explicar al espectador cada aspecto o paso de la narración a través de un Segal que a pesar de su parsimonia hablando, dice curiosamente cosas terribles, como si no pasara nada. O sea, que no negaré que éste es un un proyecto aburrido y vanidoso.

Pasa el corte la música de Michael Richard Plowman y no está del todo mal la fotografía de Liviu Pojoni Jr.

El reparto es sobre todo un Steven Segal que está hinchado como si tuviera un cargamento de corticoides encima, pero que aun así logra, como es costumbre, liquidar a los malos sin apenas mover un dedo. Russell Wong cumple con su rol de piloto de drones que también sabe dar leña. Y no menos guerrera está Jemma Dallender, una muchacha que medio se maneja con las artes marciales, aunque su físico no sea muy elegante.

Pero digamos las cosas como son, Segal es todo un icono del cine de artes marciales, y no sólo eso, es un gran especialista en Aikidō estilo Aikikai, en Jiu-jitsu brasileño, eskrima filipina, técnicas variadas provenientes de los estilos marciales chinos como Tai Chi Chuan y Wing Chun, en Kenjutsu (esgrima clásica japonesa) y es además guitarrista y cantante country. O sea, Segal, que ha rodado docenas de películas de manporros, es ya un icono entre los ‘duros’ del cine de acción y artes marciales junto a Stallone, Van Damme, Norris, etc. Entonces, su presencia y su estilo viscoso son ya per se, todo un reclamo para los que nos consideramos admiradores de ese estilo segaliano, aunque la película sea un petardazo.

La cinta que ahora comento, como escribiera Myers tiene de aceptable que entre tanta ordinariez y un estado físico ‘handicapado’ (jaja! como decía una señora profesora de pro), Steven continúa sentando cátedra y aportando el carisma necesario para que mucha gente se trague estos bodrios de cabo a rabo.

Críticos hay que con razón tildan este film maniqueo (aquí no hay claroscuros, eres bueno o eres malo) de obra inepta y técnicamente de risa. También hay quienes opinan que Segal debería jubilarse, siendo ésta una sugerencia impertinente y aventurada, pues cada cual se jubila cuando le parece, sobre todo en el mundillo del cine. En fin, aquí está Segal, en pie, dando mandobles, de mirada fija y rostro impertérrito. Segal no es Laurence Olivier, y ese es su mérito, que siendo muy mediocre actoralmente se mantiene en pantalla convocando a su público a disfrutar con sus películas.
Kikivall
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