Kieslowksi es, sin lugar a dudas, uno de los grandes genios europeos (y universales) del cine de posguerra. Con su decálogo, obra de arte total en un formato insólito, logra un discurso férreo en torno a la psicología y a la moral en la vida, huyendo de las aseveraciones binarias y los juicios salomónicos que se podrían intuir de su título, de tintes religiosos claros.

El director polaco nos enseña (pues tiene un sentido didáctico también) cómo la moral no es blanca ni negra, cómo incluso los más altos designios de Dios -cuya existencia se pone en duda desde las diferentes posiciónes teológicas de los personajes, que discurren desde la creencia al ateísmo, pasando por el deísmo-, pueden ser contradictorios, paradójicos e incluso cadenas en situaciones extremas. Y desde esta premisa desplega la rica paleta de grises, rechazando una causalidad definida, huyendo del determinismo y del destino, dejando opción a los personajes de salvarse o condenarse en la posesión del libre albedrío.

Los guiones de la serie son complejos, desarrollando los mandamientos en forma de diez vidas cotidianas en un mismo barrio de las afueras de Varsovia. La acertada música de Preisner, como en otras obras de Kieslowski, redondea la acción y la densifica. Entiendo la dificultad de la empresa: rodar 10 películas es un proyecto muy interesante, a la par que difícil de producir. Y es aquí donde encuentro la mayor carencia de la serie; una dirección de fotografía y artística unificada, unido a medios técnicos de mayor calidad (lástima de producción para TV y no para la gran pantalla), habrían logrado una obra más poderosa, aunque reitero mis alabanzas a la valentía del director.

Siendo todos los capítulos de gran interés y la serie en retrospectiva imprescindible, considero los capítulos 1º, 2º, 6º y 9º como los mejores de la serie, por la complejidad de su trama, interés de los personajes e interpretación de los mandamientos que representan. El 3º y el 7º serían para mí los de menor calidad, por tener personajes e historias más planas y predecibles (no obstante interesantes). El 10º lo considero atípico en su fondo, pues es el único que se aleja de la psicología y se adentra en la crítica a la sociedad cambiante; y el 5º atípico en forma, por tener una fotografía peculiar, que pese a ser interesante no concuerda con el resto de la serie.

En definitiva, es una experiencia fílmica difícilmente repetible.
Un decálogo fascinante, recomendable y revisable, triste, emocionante y sutil, del que se sale con la sensación de ser más sabio y no más viejo.