Opera prima de Greta Gerwig que también escribe e interpreta (junto con Joe Swanberg, que también hace los tres apartados, aunque él ya había hecho alguna película antes) y que ya nos demostraba algunas de las temáticas que le interesaban a la realizadora estadounidense en sus inicios. En el caso concreto de esta peli vemos reflejada esa forma de abordar las temáticas tan particular que tiene y que, especialmente, se nota en Lady bird y su abordaje de la adolescencia.

Y es que, esta cinta, es una película sobre las relaciones de pareja pero sin todas esas capas de idealizaciones y estereotipos que solemos ver por Hollywood.
En este caso, tenemos una peli que rezuma realismo por los cuatro costados y cuyos actores parecen una pareja real en todo momento (desconozco si ambos lo eran en la vida real, la verdad, en el momento del rodaje) tanto por química entre ellos como por la potencia de los diálogos y las miradas que intercambian durante todo el metraje.
La fortaleza máxima de la cinta es que podríamos estar viendo a nuestros vecinos o a cualquier pareja de amigos. Y que se atreve a explorar esas partes más oscuras de las relaciones: Los miedos, las inseguridades, el sexo o la distancia son los puntos claves por donde el guion va a ir transitando mientras nos permite conocer más de cerca a nuestros protagonistas.

La peli, eso sí, no es ni más ni menos que eso. No tiene grandes localizaciones, ni una trama frenética. Es básicamente una cinta de dos personas hablando sobre ellos mismos y sus sentimientos propios y respecto del otro. Con lo cual, tenedlo en cuenta a la hora de verla por si os apetece entrar o no en ese juego.
Al final, esta película es una propuesta indie muy pequeñita que tiene mucho más de primeros pasos en la industria del cine que otras pelis del estilo mucho más grandes y con mejores medios.
En cualquier caso, a mí me ha gustado mucho la propuesta y creo que es recomendable verla. Es cortita, potente emocionalmente y, en general, una película muy consciente de sus puntos fuertes y débiles.