Desde Canadá y bajo la batuta de Sturla Gunnarsson nos llega el último gruñido del cine épico en forma de troll y leyenda.
Está claro, el cine actual necesita propuestas así, porque las que surgen últimamente no dan para demasiado, pero lo malo de esta es que en ningún momento sabe tomarse en serio a si misma cuando eso es lo que parece que pretende, y muestra de ellos son multitud de momentos del más extraño y vulgar ridículo, que seguro no hacen justicia al poema épico que se pretende trasladar en pantalla.

Aquí me gusta el papel de Gerald Butler, algo raro y más viniendo de un actor que a mi nunca me ha hecho pizca de gracia, así como también me gusta la aparición de una Sarah Polley que siempre es agradable ver en pantalla, pero ni la presencia de estos dos actores consigue salvar el despropósito de la quema.

Los aspectos técnicos no son nada del otro mundo y las pocas coreografias vistas tampoco destacan, con lo que esta revisitación de "Beowulf & Grendel" queda en algo tan pueril como poco vistoso y espectacular, y termina por aborrecer al respetable, entregándole además algunos giros a la historia incomprensibles y un final que no es muy imaginativo, que digamos.