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Voto de Grandine:
7
7,0
9.801
Drama. Fantástico
Oscar y su hermana Linda viven desde hace poco en Tokio. Él sobrevive traficando con drogas, ella trabaja como stripper en un club nocturno. Durante un forcejeo con la policía, Oscar cae herido tras un disparo. Aunque muere, su espíritu, fiel a la promesa de no abandonar a su hermana, rechaza abandonar el mundo de los vivos. Su espíritu vaga ahora por la ciudad y sus visiones son cada vez más caóticas. (FILMAFFINITY)
30 de octubre de 2009
45 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
ENTER
Gaspar Noé volvía, y con él los temores o la sorpresa.
Sus primeros minutos, una amalgama de créditos que centelleaban sin parar ante los ojos del espectador ya presagiaban algo distinto, algo que no iba a dejar absolutamente a nadie indiferente.
Acto seguido, la visión subjetiva del que parecía ser protagonista. Una conversa de apenas unos minutos, una habitación rebosante de objetos tirados por el suelo, las mesillas y la cama, y algunos productos alucinógenos. Un viaje lisérgico tras un chute y un revoltijo de pensamientos que se apoderan de ti, mientras ves el celuloide repleto de colores y espirales que marcan con arrebato ese viaje.
La llegada de un personaje, y una importante conversación sobre un extraño libro que reposaba en la mesa del protagonista para, en apenas quince minutos encontrarte en el mohoso baño de un bar, unas manos ensangrentadas y una figura claudicando, dejando reposar su peso sobre el cochambroso suelo.
THE VOID
Algo se separa del cuerpo que permanecía en el suelo, y empieza un viaje. Un viaje al vacío.
Recorridos por una ciudad que toman forma de brújula desnortada, y siguen sensaciones, reacciones.
Una búsqueda infructuosa, cuasi lujuriosa y totalmente desmedida que nos transporta a las calles de Japón. Un Japón que parece en constante desaliento, preso de ese arrebato que toman los movimientos de Alex y Linda, de esos bajos fondos que alcanzan unas cotas de suciedad y se deslizan como un elemento más ante todo lo que está sucediendo.
Un reencuentro entre el desamparo y los recuerdos más duros de una infancia pasada, esa que se aferra a uno mismo incluso cuando ya no queda nada, ni cuerpo, ni vísceras, sólo un alma vagando entre los cimientos de la fulgente Tokyo.
Un pasaje al delirio más puro y extremo, a aquello que estabas deseando y esperabas, que sabías podrías encontrar en cualquier rincón, pero jamás reunido en ese bloque que más que de material parece construido con sensaciones: éxtasis, caos, desconcierto y, tras todo ello, la más contundente de las perversiones. Una perversión que no tendría fondo en un saco y que termina con un alma, y con un cuerpo descompuesto en una butaca.
El propio.
(En el Spoiler, la crítica)
Gaspar Noé volvía, y con él los temores o la sorpresa.
Sus primeros minutos, una amalgama de créditos que centelleaban sin parar ante los ojos del espectador ya presagiaban algo distinto, algo que no iba a dejar absolutamente a nadie indiferente.
Acto seguido, la visión subjetiva del que parecía ser protagonista. Una conversa de apenas unos minutos, una habitación rebosante de objetos tirados por el suelo, las mesillas y la cama, y algunos productos alucinógenos. Un viaje lisérgico tras un chute y un revoltijo de pensamientos que se apoderan de ti, mientras ves el celuloide repleto de colores y espirales que marcan con arrebato ese viaje.
La llegada de un personaje, y una importante conversación sobre un extraño libro que reposaba en la mesa del protagonista para, en apenas quince minutos encontrarte en el mohoso baño de un bar, unas manos ensangrentadas y una figura claudicando, dejando reposar su peso sobre el cochambroso suelo.
THE VOID
Algo se separa del cuerpo que permanecía en el suelo, y empieza un viaje. Un viaje al vacío.
Recorridos por una ciudad que toman forma de brújula desnortada, y siguen sensaciones, reacciones.
Una búsqueda infructuosa, cuasi lujuriosa y totalmente desmedida que nos transporta a las calles de Japón. Un Japón que parece en constante desaliento, preso de ese arrebato que toman los movimientos de Alex y Linda, de esos bajos fondos que alcanzan unas cotas de suciedad y se deslizan como un elemento más ante todo lo que está sucediendo.
Un reencuentro entre el desamparo y los recuerdos más duros de una infancia pasada, esa que se aferra a uno mismo incluso cuando ya no queda nada, ni cuerpo, ni vísceras, sólo un alma vagando entre los cimientos de la fulgente Tokyo.
Un pasaje al delirio más puro y extremo, a aquello que estabas deseando y esperabas, que sabías podrías encontrar en cualquier rincón, pero jamás reunido en ese bloque que más que de material parece construido con sensaciones: éxtasis, caos, desconcierto y, tras todo ello, la más contundente de las perversiones. Una perversión que no tendría fondo en un saco y que termina con un alma, y con un cuerpo descompuesto en una butaca.
El propio.
(En el Spoiler, la crítica)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Parecía difícil, y Noé lo ha conseguido: ha conseguido trasladar con "Enter the Void" lo que se proponía, y si algunos de los adjetivos incluídos arriba les parecen duros, es que aun no han visto ni la mitad de lo que les depara. Pero no sólo eso, el argentino ha dejado atrás esa cruda realidad que impactó directamente como un testimonio rotundo en la cara de un desacostumbrado espectador y ha conseguido, formalmente, una obra colosal, tremenda, que parece sobresalir de sus propios cimientos y no tener paragón en un universo totalmente desaforado, aunando en él no sólo unos personajes que rememoran incluso a los más grandes (de la Huerta parece, en ocasiones, una nueva y desenfrenada Juliette Lewis salida de la nada, que tan pronto muestra una dulzura increíble como se le observa un gesto desencajado, demente), sino un virtuosismo que pocos serían capaces de convertir a día de hoy en un rollo de celuloide.
Normalmente, diría a curiosos y extraños que intentasen acercarse a "Enter the Void", pero a detractores de este cine que se remueve de un modo tan viscoso que mantuviesen sus miras lejos si no quieren verse irritados y mosqueados, pero es que ante un ejercicio como el que se nos plantea, mis palabras sólo pueden ser las siguientes: véanla bajo la responsabilidad que sea, pero háganlo. Películas como "Enter the Void" son ÚNICAS en toda la acepción de la palabra, y no se encuentran así como así.
Normalmente, diría a curiosos y extraños que intentasen acercarse a "Enter the Void", pero a detractores de este cine que se remueve de un modo tan viscoso que mantuviesen sus miras lejos si no quieren verse irritados y mosqueados, pero es que ante un ejercicio como el que se nos plantea, mis palabras sólo pueden ser las siguientes: véanla bajo la responsabilidad que sea, pero háganlo. Películas como "Enter the Void" son ÚNICAS en toda la acepción de la palabra, y no se encuentran así como así.