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España España · Zaragoza
Voto de el chulucu:
8
Drama. Romance Cuatro valientes graduados de la Universidad vuelan de costa a costa hasta Nueva York. Las cosas allí no les van tan bien cuando intentan conseguir trabajo. Chris Thring (Charles Farrell) lo pasa especialmente mal, pero su compañera Catherine Furness (Janet Gaynor), permanece a su lado en los malos momentos. Los problemas aumentan a causa de sus amigos comunes Mack McGowan (James Dunn) y Madge Rountree (Ginger Rogers): Catherine cree ... [+]
27 de septiembre de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escribo esta crítica a la luz del día y, les aseguro, que será menos efectiva y fidedigna que si lo hiciera de noche. Ni les cuento la diferencia que existiría si la hubiese redactado ayer por la noche que es cuando vi la película. Nocturnidad y corazón palpitante. Dos elementos fundamentales en el ideario romántico. Es esa la continuidad requerida para realizar un certero análisis de "El primer amor". Dos son también (John G. Blystone y Janet Gaynor) los máximos responsables de transformar una sencilla historia de romances de juventud y de expectativas laborables incumplidas en un delicioso cuento romántico en el que la pequeña heroína de ojos llorosos se eleva apacible y resplandeciente sobre los mundos brumosos, ruidosos y avariciosos que imperan en la gran ciudad de New York.
Blystone filma, ¡y cómo lo hace!, el universo ilusorio y mágico de las sombras. De la nada crea un rayo de luz evocador, calidez en una sórdida y minúscula habitación, fe y esperanza tras una mirada desconsoladora, lacerantes discursos que flotan en el silencio. Romanticismo puro. Y Janet Gaynor está siempre allí. Dulce, serena, fuerte, enamoradiza. La bruma, la noche, la quietud, bendicen el juego del amor gracias únicamente a la delicada presencia de Catherine. Bueno, más que a su presencia, a su mirada. Son los ojos de Gaynor los que invitan al espectador, una y otra vez, a que contemple fascinado un paraíso romántico en el que, curiosamente, no hay flores ni sol, pero sí unas noches tan íntimas y poéticas que no necesitan ni la presencia de la luna.
el chulucu
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