lo suelen llamar los medios másivos de comunicación debido a la fortaleza que como grupo social para este momento han conseguido, al no doblegarse ante las alcaldías en turno quienes tratan de afrontarlo y así debilitar los actos de ilegalidad que afaman a este sector enclavado en el centro de la Ciudad de México. Tepito, un lugar en el que sus moradores tienen algo que contar acerca de lo qué es pertenecer a esta casta, su modus vivendi, reglas, códigos y todo aquéllo que los identifica como originarios, sin olvidar a los acogidos por la gran urbe que vieron en este lugar una oportunidad para establecerse y la forma de autoemplearse dentro de las distintas actividades ahí realizadas.

Daniel Giménez Cacho debuta con esta primera entrega de 9 episodios como director, metiéndose en el corazón del barrio a través de tres personajes: Yolanda (Ángela Molina) gallega afincada en México, quién por diversas disyuntivas no reconoce su origen español y ha encontrado en un hotel que ella administra en el centro de Tepito una razón de ser; Raúl (Harold Torres), hijo de Yolanda quién tras el fallecimiento de su padre comieza a cuestionarla acerca de secretos qué guarda sobre su origen y los rumores infundados por su propia abuela (Mary Paz Mata); Lucía (Naian González) joven mujer perteneciente a una clase privilegiada, presa de la indiferencia de su madre (Nailea Norvind) y los abusos sexuales de la pareja en turno de ésta, que la llevan por casualidad a ser una adoptada más del famoso lugar.

Como hilo conductor a estos tres personajes, director y guionistas van trazando una serie de personajes con los que van interactuando, haciendo notar que dentro del mismo lugar la diversidad de la etnia se multiplica y reconocerse como grupo dada la fama que ha erigido dentro y fuera de la ciudad. El también actor, recorre calles y vecindades para captar con su lente la realidad del lugar, sin permitirse llevar por los estereotipos infundados y guarda en cada capítulo una historia distinta acerca del por qué la gente decide establecerse ahí, cómo subsiste, se interrelaciona y trata de salir adelante.

Tepito tiene su serie ya como ejemplar televisivo pensante acerca de la discriminación dada la inferioridad que a la fecha como cultura seguimos manteniendo, una cuestión que va del color de la piel a las posiciones que como sociedad se nos han fijado. La raza se manifiesta, tiene voz imparcial, que en efecto se enmarca en muchos momentos por la ilegalidad, pero solapada por la corrupción de autoridades y señalada hipocritamente por los medios.