Tres soldados que regresan a casa, arrastrando las secuelas físicas que les han dejado las heridas sufridas durante su estancia en Irak y que no se conocían anteriormente, quedan bloqueados en un aeropuerto a consecuencia de un apagón. Cuando uno de ellos, (Tim Robbins, como un taciturno sargento), decide alquilar un coche para proseguir viaje, acepta que le acompañen los otros dos, a cambio de compartir gastos de viaje (Rachel McAdams y Michael Peña), iniciando un viaje de 1400 km, durante los cuales a medida que van contándose sus vivencias y viviendo una serie de divertidas y conmovedoras experiencias, (durante los cuales se nos muestra con agudeza, las distintas reacciones que su presencia provoca en la gente con la que se van encontrando),van cambiando muchas de sus enraizadas convicciones, estableciéndose entre ellos un fuerte lazo, a pesar de su diferente condición, (una apabullante y visceral Rachel McAdams, que carga con la guitarra de su novio muerto en combate al salvarla la vida, dirigiéndose a casa de los padres de este para entregársela y Michael Peña, como un recto latino con un enraizado espíritu militar). A partir de aquí y durante los siguientes noventa minutos, el devenir de estos personajes nos regala una magnífica y homérica película, contada con un delicioso ritmo y unas interpretaciones de altura, que te atrapan y te subyugan durante todo el metraje. Muy buena.
Tercera película de este director, al que habrá que estar atentos, tras El ilusionista y la inencontrable y acaparadora de muy buenas críticas, Interview with the Assassin (2002).