Película basada, pero que muy libremente, en la novela de H. G. Wells "El alimento de los Dioses", lo cual, si el bueno de Wells pudiera ver el resultado final haría que se removiera de su tumba y saliera a repartir leches como panes a los creadores de este engendro.
Sí, y es que es no sólo decepcionante, sino simplemente una pérdida de tiempo. Bert I. Gordon tiene películas mejores, al menos simpáticas y hechas desde el cariño. En esta ocasión no sé en qué estaría pensando.
Es una ridiculez suprema, donde todo se supedita a la música y a los estúpidos y reiterados bailes donde los chicos y chicas, a veces acompañados de patos (sí, patos) se contornean sin ningún estilo.
El argumento, que podría haber dado mucho más de sí, es de una estulticia que da vergüenza ajena.
Además, es aburrida y es que en todo el metraje no hay ni un sólo momento mínimamente interesante.
Una pesadez, a pesar de contar con la presencia de una chica rubia bastante sexy y de Beau Bridges, en una de sus primeras películas (viéndole el rostro parece que estás viendo al bueno de Lloyd, su padre y excelente actor siempre en nuestro recuerdo).

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