Un auténtico diamante cuyo brillo todavía no resalta mucho porque se encuentra a medio pulir.
Eso es lo que me ha parecido este film. Una adaptación de un ingenioso relato corto de Cornell Woolrich (escritor llevado al cine en las magníficas "La ventana indiscreta", "La dama desconocida", "Noche de pesadilla", "Mentira latente", "Mil ojos tiene la noche", "La ventana"..., y muchas, muchas más).
Informándome sobre este autor, he leído que debía ser un escritor rápido y descuidado, de los de aquí te pillo aquí te mato, de los de amplia producción pero cierta dejadez en los detalles y eso, unido a que estamos ante una película modesta de serie B, con director y actores desconocidos y de metraje corto, 70 minutos nada más, explica muy bien algunos errores de verosimilitud, falta de potencia en el subrayado del clima angustioso y cierta torpeza en las actuaciones de algunos personajes.
Pero, ya verán, la historia es de lo más ingeniosa y se apodera de uno lentamente. Partiendo de una situación altamente surrealista, a la que es difícil encontrarle pies y cabeza, la cinta se va adueñando de una extraña realidad, plausible, enfermiza e inquietantemente reconocible en su posibilidad.
Si esta cinta llega a gozar de más presupuesto y metraje y cae en manos de un director como Siodmack, Lang o Hitchcock, nos estaríamos frotando las manos y poniéndonos las botas, porque lo tiene todo, TODO, para conseguir perturbar al espectador que, como yo, siempre esté dispuesto a ser perturbado.
Un falso culpable amargado por las circunstancias al que el destino o Dios, parece querer castigar por ser tan malhumorado y bastante controlador para con su esposa.
Una esposa dulce y bonita con muchos sueños por cumplir, y que no puede evitar ceder ante las pequeñas tentaciones. También el destino o Dios va a castigarla arrebatándole lo que más quiere.
Unos zapatos de baile arrojados a unos gatos serán el detonante de la historia. Ahí comienza la realidad a transformarse en pesadilla.
Una acción, no del todo inocente, sumergirá a estos personajes en un ambiente paranoico persecutorio. Los errores se pagan. A veces, a muy alto precio aunque sea totalmente injusto.
El corredor de la muerte espera para el reo.
La música de Chopin endulza sus últimos momentos.
Su mujer intenta desesperadamente salvar a su marido de la silla eléctrica, hará lo que sea preciso y lo que es preciso es...
La Navidad también se torna en protagonista en esta historia solo que, esta vez, es una Navidad lúgubre, sórdida, plena de soledades, el reverso de lo que una pequeña radio retransmite en esas fechas.
No vamos a decir que la película sorprende aunque fuera esa su intención porque adivinamos el desenlace bastante antes. Aun así a mi me ha encantado. Me parece una película pequeña llena de posibilidades que no han podido desarrollarse muy bien debido a sus limitaciones presupuestarias. Así que allá va el ocho. Un ocho, quizá generoso, pero hoy me siento así.