Sin duda un estilo único el de Doremus. Hasta ahora dos películas (esta y Like Crazy) con un punto en común: Felicity Jones, la chica inglesa que da un giro inesperado al corazón de un americano. Y más allá de eso, nos encontramos con otro largometraje con una historia simple pero intensa, marcada por silencios que esconden miradas apasionantes. Personajes frágiles y misteriosos que reflejan las complicaciones de los seres humanos, tal y como somos, y cómo nos comportamos los unos con los otros de acuerdo a las más retorcidas "necesidades" de nuestro ser, muchas veces marcadas por caprichos del corazón.
Otra vez ha acertado dejando la BSO en manos de un gran compositor como lo es Dustin O'Halloran, quien realmente hace de cada escena,- plano detallado por enormes pausas visuales y sonoras-...un momento especial.
Me resulta muy grato este tipo de cine, que con poco dice mucho (solo basta saber apreciar esas pequeñas cosas a nuestro alrededor) y deja un campo abierto al espectador, un campo de interpretación e imaginación.