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Voto de Ashkerot:
7
6,6
680
Comedia
Conjunto de pequeñas historias cuyos protagonistas son clientes fijos y esporádicos de un restaurante regentado por Fiora (Fanny Ardant). A la tranquila hora de la cena se muestran tal como son, con sus vicios y virtudes, con sus deseos, decepciones y cambios de humor. (FILMAFFINITY)
22 de noviembre de 2015
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buonasera, el ristorante "Arturo al Portico" abre sus puertas y el personal se prepara para otra noche más ejerciendo "el oficio más bello del mundo".
Es difícil encontrar una mesa libre, quizás usted debería haber reservado con antelación. Pero no importa, seguro que encontramos un sitio... Mire, aquí. Ande, siéntese.
El "Arturo al Portico" nos presenta una de tantas escenas que se producen cada día en millones de restaurantes y hogares. Reunidos en ese acto social cotidiano que es sentarse en una mesa a comer, beber, hablar y escuchar.
Es difícil encontrar una mesa libre, quizás usted debería haber reservado con antelación. Pero no importa, seguro que encontramos un sitio... Mire, aquí. Ande, siéntese.
El "Arturo al Portico" nos presenta una de tantas escenas que se producen cada día en millones de restaurantes y hogares. Reunidos en ese acto social cotidiano que es sentarse en una mesa a comer, beber, hablar y escuchar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Ettore Scola nos invita a ser indiscretos espectadores en medio de la agitación habitual de un restaurante en plena actividad. Con sucesivos planos secuencia, se nos muestra: el contraste entre la tranquilidad (o quizás no tanta) de los comensales, y la agitación de los camareros que entran y salen para atender diligentemente a todos los clientes mientras en la cocina se aprecia el estrés para despachar las comandas a tiempo.
Cada uno en su papel, mientras los vicios y virtudes, las inquietudes, pasiones, deseos de ser feliz, soledad, inseguridad en uno mismo, artificio, apariencias que engañan, la imperfección de todos, lo que se desearía pero no puede ni debe ser, la curiosidad, las preocupaciones y las esperanzas de todos, se muestran desnudas a nuestros ojos.
Aunque cada comensal permanece en su mesa, atendiendo a su conversación "privada", la sensación general es que todos interactúan como una familia que finalmente se disocia al cruzar de nuevo la puerta del Arturo al Portico tras la velada, cada uno a seguir con sus vidas. Con sus alegrías y sus miserias.
Porque al final, todos anhelamos lo mismo. Ser felices, sentirnos acompañados, queridos, reconocidos, soñar... En definitiva, recuperar la mirada del niño que fuimos, cuya inocencia contempla son sencillez y asombro, reconvertido en un videojuego de esquivar obstáculos, un mundo quizás demasiado complejo.
Una película sencilla, agradable y entretenida que te hará desear volver una noche más al Arturo al Portico. Escuchar, observar, y olvidar tus preocupaciones disfrutando de nuevo, sin habla, el concierto para flauta y arpa de Mozart en un plano secuencia para el recuerdo.
Cada uno en su papel, mientras los vicios y virtudes, las inquietudes, pasiones, deseos de ser feliz, soledad, inseguridad en uno mismo, artificio, apariencias que engañan, la imperfección de todos, lo que se desearía pero no puede ni debe ser, la curiosidad, las preocupaciones y las esperanzas de todos, se muestran desnudas a nuestros ojos.
Aunque cada comensal permanece en su mesa, atendiendo a su conversación "privada", la sensación general es que todos interactúan como una familia que finalmente se disocia al cruzar de nuevo la puerta del Arturo al Portico tras la velada, cada uno a seguir con sus vidas. Con sus alegrías y sus miserias.
Porque al final, todos anhelamos lo mismo. Ser felices, sentirnos acompañados, queridos, reconocidos, soñar... En definitiva, recuperar la mirada del niño que fuimos, cuya inocencia contempla son sencillez y asombro, reconvertido en un videojuego de esquivar obstáculos, un mundo quizás demasiado complejo.
Una película sencilla, agradable y entretenida que te hará desear volver una noche más al Arturo al Portico. Escuchar, observar, y olvidar tus preocupaciones disfrutando de nuevo, sin habla, el concierto para flauta y arpa de Mozart en un plano secuencia para el recuerdo.