A estas alturas sólo los frikis de la saga somos capaces de aguantar las vueltas de tuerca más inverosímiles que uno pueda imaginar, vamos que si no es por ese vestigio que vive dentro de mi de los años 80 el 1 se lo llevaría seguro. Ya solo el comienzo de esta sexta entrega nos dice bastante de lo será no sólo esta continuación sino las siguientes que aún estaban por llegar. Tommy el chiquillo que liquidó a Jason sigue traumatizado (aunque no de la sensación) con lo sucedido en la cuarta entrega y aunque no nos explica ese extraño final de la quinta ni lo que fue de él, pues nos le encontramos en un coche con un colega dispuesto a acabar con Jason a pesar de que este ya está muerto y descansando en su tumba. Pero al gilipollas de Tommy no se ocurre otra cosa que desenterrar el cuerpo (curiosa terapia) y liarse a pincharle y una y otra vez con una lanza metálica hasta que se cansa y mira tu por donde un rayo cae en la lanza y transmite la resurrección al bueno de Jason por medio del efecto Frankenstein. Y claro no es Tommy el que paga las consecuencias sino su desdichado amigo. Y Jason que estaba muerto y ya no molestaba a nadie, pues sigue muerto pero ahora con ganas de coger de nuevo el machete y su legendaria máscara por tocarle los cojones cuando ya estaba tranquilo. Mira tu por donde nos sale la niña de las estrellas de la serie “V” que será la compañera del imbécil de Tommy y que por razones irracionales (como el guión de la película) decide ayudarle. Y eso, que machetazo tras machetazo transcurren 80 minutos de cine casposo que ni sorprende y mucho menos aterroriza, más bien todo lo contrario.