Leo críticas no tan buenas como las que yo esperaba de esta película. Sí valoran el trabajo de la excelente, siempre excelente, Juliette Binoche, pero no tanto el del director Safy Nebbou. En cambio para mí resulta muy placentero salir de la sala de cine pensando en la película, interpretando qué pasaba por la mente de cada personaje, resolviendo o discutiendo con tu acompañante el porqué de ese final y no de otro. Si ocurre esto, y en esta ocasión ocurrió, es que la propuesta cinematográfica excede el entretenimiento. Eso ya es mucho, es un plus. Es como cerrar un libro y seguir pensando en él y no en el siguiente. La historia de la madurez mal llevada, la crisis de los 50 en una mujer francesa de clase media, intelectual, mezclada con la novedosa y fascinante posibilidad de conocer gente a través de las redes sociales, las posibilidades, muchas malsanas que éstas tienen. El amor y su parte mezquina también aparecen, el drama, la tragedia, la mentira. A mí me parece perfecta en su papel de terapeuta perpleja Nicole García, escueta en palabras, maravillosa en su mirada. Lo mismo que una Binoche que sostiene la película en sus ojos. Y sí, lo reconozco esta vez y siempre: tengo debilidad por este elegante y suave cine francés, capaz de narrar la mayor tragedia con la sencillez con la que fluye el Sena por París.