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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Drama. Romance Sergei Kamichev, un investigador de éxito, en una visita a su amigo, el conde Karneyev, contacta con Olenka, una chica de 16 años. Todos los hombres del barrio están locos por ella. Inesperadamente, se enteran de que la chica se va a casar con Urbenin, un viejo administrador de fincas. Pero el día de la boda, la chica confiesa a Kamichev que ella solo le ama a él. Su historia de amor se verá interrumpida por un disparo imprevisto durante una cacería. (FILMAFFINITY) [+]
24 de septiembre de 2017
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un día de invierno, Sergei Petrovich Kamishev (exjuez de instrucción), se encuentra escribiendo acerca de una adorable muchacha, la cual vuelve a su imaginación con ese precioso vestido azul cielo que llevaba puesto en alguna especial ocasión. Enseguida, le vemos llegando hasta un editor, al cual ofrece su obra diciéndole estas palabras: “He escrito una novela, y de ser posible, quisiera que la publicara en su periódico… ¿Argumento? La eterna historia: Pasiones, amor y un asesinato. Todo lo que sucede en ella pasó ante mis propios ojos. Yo fui espectador y protagonista”. Y al preguntarle el editor como se titula, él escritor responde: “Drama de caza” (Охотничья драма).

Con este título, Antón Chéjov, publicaría (completa) en 1885, su única novela tras haber alcanzado el éxito y la inmortalidad con sus numerosos cuentos y obras de teatro. Las palabras de Kamishev, “Yo fui espectador y protagonista”, quedarán perfectamente explicadas al final de la historia, y esto es lo que resulta de más novedoso en la obra de este autor ruso que siempre sorprendió con la originalidad de lo que escribía.

La sociedad en la que vivió, pretenciosa, decadente e individualista, una vez más se verá perfectamente recreada, tomando como protagonistas -además del juez de instrucción-, al conde Aleksei Karneev, ahora venido a menos y padeciendo una cirrosis que tiene en peligro su vida, y a Pyotr Urbenin, un viudo bastante mayorcito que busca una nueva madre para sus dos hijos. Junto a ellos -y para ellos-, resplandecerá Olga Svortsova, una fascinante muchacha de 16 años, hija del guardia forestal, quien vive en condiciones bastante precarias y anhela escapar de semejante estado.

Esta valiosa novela, que ahora hace parte de la inmortal literatura rusa, fue la base de la que partió el director Emil Loteanu, para realizar su onceava película a la que él tituló “Moy laskovyy i neshnyy zver” (Mi cariñosa y tierna fiera), pero la cual ha sido exhibida entre nosotros como “ACCIDENTE DE CAZA”, más alusivo al título original de la obra de Chéjov.

La realización del filme es bien basta en sus logros visuales y la puesta en escena contrasta, muy efectivamente, el esplendor del espacio que ofrece la naturaleza con la iniciada ruindad que ahora padece el conde que, en su momento más crítico, acoge a Kamishev. A tomar en cuenta, el instante en que, el juez de instrucción, entra en su caballo y el animal resbala. Las palabras que le dice el mayordomo quizás sean premonitorias: “Mal presagio, señor”. Aunque él, en su orgullo, las ignora despectivamente.

Oleg Yankovski, actor que se había hecho célebre en “El Espejo” de Andrei Tarkovsky y con él reaparecería, luego, en “Nostalgia”, tiene, en “ACCIDENTE DE CAZA”, el rol de un hombre maduro que pareciera aceptar las cosas como al final vienen, pero, cuya pasión quizás se desborde hasta llevarlo a una reacción inimaginable en algún momento de su vida. Kirill Lavrov, es el conde Karneev, símbolo de una suerte de presagio que tuvo Antón Chéjov, de un cambio social que estaba ya a pocos años de avenirse. Leonid Markov es Urbenin, uno de esos hombres condenados a la soledad por sus apresurados compromisos; y Galina Belyaeva es la dulce Olga, la chiquilla que, en su afán de ser alguien, también tomará alocadas decisiones, pero, al final, quizás sea ella la que nos sorprenda con una solidez moral y una suerte de fidelidad inimaginables.

Sí, esta es una historia de pasiones, amor y un asesinato… y estoy seguro de que será muy difícil de olvidar.
Luis Guillermo Cardona
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