Hay películas que como el buen vino, mejoran con el paso de los años, pero este no es el caso....
La película arranca muy bien con gags ingeniosos, para gloria de su protagonista (y del productor), pero cuando llega a los últimos 20 minutos parece estar pidiendo la hora, con secuencias que se alargan hasta la saciedad. Quizás lo más destacable sería la presencia de dos chicas Bond como Shirley Eaton (Goldfinger) y Jill St John (Diamantes para la eternidad).