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Voto de TOM REGAN:
7
28 de junio de 2018
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
136/18(21/06/18) Turbador quinto episodio de la tercera temporada de esta serie de culto de la BBC two, una maravillosa joya de la televisión que desgraciadamente aún no ha llegado a España. Una creación de los escritores y actores ingleses Steve Pemberton y Reece Shearsmith, serie antológica de cada temporada de seis episodios auto-conclusivos, suceden en un único lugar que tiene que ver con el número 9 (aunque en su prólogo hay imágenes del exterior), con historias totalmente distintas, y personajes diferentes, aunque la pareja de creadores siempre se reservan un papel. Siendo los relatos de apenas media hora en la que suelen suceder historias de mucho humor negro. En esta temporada todos los episodios dirigidos por el barcelonés Guillén Morales (“Los ojos de Julia”), excepto el primero, que era un especial de Navidad “The Devil of Christmas”. En esta ocasión es un extraño episodio que surca por el humor negro con ínfulas psicológicas que parecen abordar a un protagonista enfermo-obsesivo, provocando momentos de humor oscuro sobre un tipo trastornado (David encarnado por Reece Shearsmith) con la búsqueda del dueño del otro par del zapato que ha encontrado en la calle, curiosamente en este caso no es el lugar donde sucede el episodio el 9, es el tallaje del mocasín protagonista, a través de esto se hace una radiografía corrosiva sobre los problemas mentales que provocan traumas trágicos. Inspirado por el encuentro casual de Pemberton con un solo zapato, el episodio se divide en cuatro, correspondientes a las cuatro estaciones del año, y cuenta con extractos de Vivaldi 's las cuatro estaciones, la cinematografía presenta muchas vistas de pares simétricos de objetos, así como tomas de habitaciones vacías. El dispositivo de las estaciones, así como la música y la cinematografía, se relacionan con el estado emocional de David. Capítulo inspirado en un encuentro casual que Pemberton tenía con un solo zapato en su camino al trabajo, lo que lo llevó a considerar el resultado de que alguien tratara obsesivamente de devolverlo a su legítimo propietario. Afirmó que la premisa del episodio se le ocurrió "completamente formada". Coincidentemente, Shearsmith también encontró un solo zapato algunos días después, aunque no coincidía con el primero. "Empiezas a verlos en todas partes", señaló Shearsmith, "una vez que empiezas a buscar". Para Pemberton, esta inspiración funcionó porque era completamente aleatoria; si hubiera salido en busca de inspiración, habría dicho que no habría funcionado. Toma su título de la canción infantil "Diddle, Diddle, Dumpling, My Son John", que canta la hija del protagonista ante sus padres ensayando para una función escolar "Diddle diddle dumpling... mi hijo John ... un zapato apagado y el otro calzado puesto". Capítulo que puede ser visto como una retorcida reinvención del cuento popular de “La Cenicienta”.
Con gran sentido culto y de fluidez orgánica se utiliza la vivaldiana “Las cuatro estaciones”, como melancólico recurso para hacernos ver pasar el tiempo, esto en un encadenado de imágenes en que el protagonista mira por la ventana al exterior, ello además utilizado para dar diferentes patinados visuales, todo ello repercute en emitir la fragilidad mental del protagonista, ello en miscelánea con la atmósfera estética marcadamente para dejar constancia del estado de ánimo convulso de David, enmarcando siempre las escenas de modo simétrico, donde hay constantes elementos emparejados en plano (desde el prólogo en la calle con Dos líneas de árboles en flor en primer plano; la casa familiar de David y Louise es la número 22, con un '2' a cada lado de la puerta de doble apertura; dos grandes ventanales en la cocina; par de jarras de mermelada en la mesa frente; dos vasos amarillos en el mostrador detrás de él; David hace tareas domésticas cerca de un aparador tiene par de lámparas y dos adornos de liebre (el guiño común de los creadores en la serie) a juego colocados a cada lado y una silla a cada lado de la habitación; David prepara dos cocteles con una aceituna en cada copa idéntica; además de floreros, cuadros, y más), ello en pos de establecer la latente mente del protagonista, siempre pensando en binomios, ello asistido por imágenes en que los personajes parecen aislados cuando los vemos en el centro de los fotogramas, creándoles sensación de soledad, esto maximizado por el modo de filmar muchas tomas desde arriba, achicando a los personajes, incluso de marcado expresionismo, ejemplo cuando al final se ve al protagonista cortado por la mitad, alegoría psicológica de que le falta una parte, todo esto gracias al fenomenal trabajo en conjunto del director Morales con la cinematografía de John Sorapure (“Notting Hill”)
Es un guión (de los creadores) inquietante, inteligente, que juega con el espectador a no saber bien lo que está viendo, creemos estar asistiendo a una comedia oscura, con momentos divertidos en el (aparente) patetismo del protagonista, rebozándose en lo absurdo, siendo picos cuando pone carteles por el barrio con el dibujo del zapato, crea un sitio web, da parte a la policía, ofrece recompensa, pero los dos momentos homéricos son cuando la mujer lo pone a prueba retándolo a estar dos minutos sin hablar del zapato (la cámara se fija en su desesperado rostro), hasta que David explota, "Esto es muy cruel lo que estás haciendo, sabes" le dice a la esposa; el otro momento es cuando debe dejar “partir” al mocasín con su “dueño”, David pide un minuto para despedirse de él; Pero todo esto toma un cariz diferente cuando nos enteramos de la verdad al final, con lo que todo toma un sentido muy dramático, con una vuelta de tuerca trágica, entonces entendemos la forma flemática en que se toma la esposa el comportamiento “surrealista” del marido, por qué no lo manda “a freír espárragos”,… (sigue en spoiler)
Con gran sentido culto y de fluidez orgánica se utiliza la vivaldiana “Las cuatro estaciones”, como melancólico recurso para hacernos ver pasar el tiempo, esto en un encadenado de imágenes en que el protagonista mira por la ventana al exterior, ello además utilizado para dar diferentes patinados visuales, todo ello repercute en emitir la fragilidad mental del protagonista, ello en miscelánea con la atmósfera estética marcadamente para dejar constancia del estado de ánimo convulso de David, enmarcando siempre las escenas de modo simétrico, donde hay constantes elementos emparejados en plano (desde el prólogo en la calle con Dos líneas de árboles en flor en primer plano; la casa familiar de David y Louise es la número 22, con un '2' a cada lado de la puerta de doble apertura; dos grandes ventanales en la cocina; par de jarras de mermelada en la mesa frente; dos vasos amarillos en el mostrador detrás de él; David hace tareas domésticas cerca de un aparador tiene par de lámparas y dos adornos de liebre (el guiño común de los creadores en la serie) a juego colocados a cada lado y una silla a cada lado de la habitación; David prepara dos cocteles con una aceituna en cada copa idéntica; además de floreros, cuadros, y más), ello en pos de establecer la latente mente del protagonista, siempre pensando en binomios, ello asistido por imágenes en que los personajes parecen aislados cuando los vemos en el centro de los fotogramas, creándoles sensación de soledad, esto maximizado por el modo de filmar muchas tomas desde arriba, achicando a los personajes, incluso de marcado expresionismo, ejemplo cuando al final se ve al protagonista cortado por la mitad, alegoría psicológica de que le falta una parte, todo esto gracias al fenomenal trabajo en conjunto del director Morales con la cinematografía de John Sorapure (“Notting Hill”)
Es un guión (de los creadores) inquietante, inteligente, que juega con el espectador a no saber bien lo que está viendo, creemos estar asistiendo a una comedia oscura, con momentos divertidos en el (aparente) patetismo del protagonista, rebozándose en lo absurdo, siendo picos cuando pone carteles por el barrio con el dibujo del zapato, crea un sitio web, da parte a la policía, ofrece recompensa, pero los dos momentos homéricos son cuando la mujer lo pone a prueba retándolo a estar dos minutos sin hablar del zapato (la cámara se fija en su desesperado rostro), hasta que David explota, "Esto es muy cruel lo que estás haciendo, sabes" le dice a la esposa; el otro momento es cuando debe dejar “partir” al mocasín con su “dueño”, David pide un minuto para despedirse de él; Pero todo esto toma un cariz diferente cuando nos enteramos de la verdad al final, con lo que todo toma un sentido muy dramático, con una vuelta de tuerca trágica, entonces entendemos la forma flemática en que se toma la esposa el comportamiento “surrealista” del marido, por qué no lo manda “a freír espárragos”,… (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
… entonces rebobinas en tu cabeza y detectas el cariño soterrado de la mujer, detectas las profundas fisuras en un matrimonio herido por algo que flota en el ambiente, y que tramposamente se nos hurta durante todo el metraje, entonces lo que era una susodicha comedia vira a drama sobre la perdida, sobre el dolor, sobre los insuperables traumas, sobre la incomunicación y como nos cerramos ante el padecimiento, y el como el cerebro intenta superarlos a su disfuncional modo.
Reece Sheasrmith da la mejor interpretación de la temporada, actuación muy sentida, transmite melancolía y obsesión patológica que conmueve en su patetismo, parece aislado del mundo, desconectado de la realidad (esa despedida del mocasín), notable; Keeley Hawes (“Line of duty”) como Louise, la sufridora esposa ofrece un rol latente de sentimiento cariñoso por su marido, un aguante estajanovista con su “demencia”, derrocha sensibilidad, ternura, y algo de ambigüedad (esa imagen en que ella retira la mano del amigo Chris [Steve Pemberton] de la suya para no la vea David), muy buena, sobresaliendo su rostro impactado y desconcertado en el final.
Spoiler:
Momento que cobra enorme sentido en una segunda revisión es sobre todo cuando David hace los quehaceres domésticos y se para ante una fotografía, en el epílogo del capítulo vemos que era la foto en la que está con sus dos gemelas en brazos y los zapatos (de la obsesión) puestos en sus pies, entonces nos damos cuenta que todo era obra suya, no hacía falta que nos lo dieran mascado con las imágenes de cámaras de seguridad de David dejando él mismo el mocasín en la calle; También cobra otro sentido (dramático) la escena en el cumpleaños de Sally, la hija de Louise y David, en la que la niña baila y canta (la canción que da título al capítulo), el rostro malhumorado y ausente mirando a otro lado, para poner a continuación una forzada sonrisa, esto sabiendo las motivaciones se siente trémulo.
Pemberton y Shearsmith dejan suficiente ambigüedad problemática en los momentos finales para permitir la espantosa posibilidad (completamente en la mente de la audiencia) de que la psicosis de David, la obsesión con los pares y la necesidad de 'mitades' de estar 'juntos' lo hayan llevado a matar a Sally: El equívoco de "Deberían estar juntos" podría significar igualmente "juntos" en la mente de David, en lugar de la triste "unión" en la muerte. Incluso la idea de que ha matado a Ted solo se alude -Louise ve sangre fresca en la mano de David- sin que se confirme ("No recuerdo" es todo lo que David dice) La ambivalencia de la escena final: el acto de violencia insinuado e incluso la sospecha horriblemente sugestiva de filicidio que flota en el aire, se siente completamente en consonancia con la atmósfera inquietante y el terror progresivo que penetra escalofriantemente en toda la pieza. [Dixit]
Seis años antes, el hermano gemelo de Sally había muerto. El zapato era de David, alojado para darle un sentido místico a su vida, y un símbolo de su dolor. Estaba tratando desesperadamente de volver a unirse a dos mitades divididas.
Su intercambio con Louise fue inquietante por decir lo menos. "David, estás sangrando". "No no soy." El final deletreó parte del misterio, pero dejó a la audiencia para llenar los vacíos. Fue escalofriantemente ambiguo también. Ted se había encontrado claramente con un destino sangriento, pero cuando David habló de volver a unir a su hija con su hermano ("deberían estar juntos"), había una posibilidad adicional aún más aterradora. [Dixit]
En su debe está que me resulta bastante tramposo el capítulo, estiran demasiado el chicle de la obsesión caricaturesca del protagonista, tanto que cuando llega a su resolución te golpea, pero no te emociona lo que debiera al haberte alejado antes del personaje.
En conjunto, un apreciable y buen episodio de los que te deja con ganas de una segunda visión, aun con sus juegos trileros. Fuerza y honor!!!
Reece Sheasrmith da la mejor interpretación de la temporada, actuación muy sentida, transmite melancolía y obsesión patológica que conmueve en su patetismo, parece aislado del mundo, desconectado de la realidad (esa despedida del mocasín), notable; Keeley Hawes (“Line of duty”) como Louise, la sufridora esposa ofrece un rol latente de sentimiento cariñoso por su marido, un aguante estajanovista con su “demencia”, derrocha sensibilidad, ternura, y algo de ambigüedad (esa imagen en que ella retira la mano del amigo Chris [Steve Pemberton] de la suya para no la vea David), muy buena, sobresaliendo su rostro impactado y desconcertado en el final.
Spoiler:
Momento que cobra enorme sentido en una segunda revisión es sobre todo cuando David hace los quehaceres domésticos y se para ante una fotografía, en el epílogo del capítulo vemos que era la foto en la que está con sus dos gemelas en brazos y los zapatos (de la obsesión) puestos en sus pies, entonces nos damos cuenta que todo era obra suya, no hacía falta que nos lo dieran mascado con las imágenes de cámaras de seguridad de David dejando él mismo el mocasín en la calle; También cobra otro sentido (dramático) la escena en el cumpleaños de Sally, la hija de Louise y David, en la que la niña baila y canta (la canción que da título al capítulo), el rostro malhumorado y ausente mirando a otro lado, para poner a continuación una forzada sonrisa, esto sabiendo las motivaciones se siente trémulo.
Pemberton y Shearsmith dejan suficiente ambigüedad problemática en los momentos finales para permitir la espantosa posibilidad (completamente en la mente de la audiencia) de que la psicosis de David, la obsesión con los pares y la necesidad de 'mitades' de estar 'juntos' lo hayan llevado a matar a Sally: El equívoco de "Deberían estar juntos" podría significar igualmente "juntos" en la mente de David, en lugar de la triste "unión" en la muerte. Incluso la idea de que ha matado a Ted solo se alude -Louise ve sangre fresca en la mano de David- sin que se confirme ("No recuerdo" es todo lo que David dice) La ambivalencia de la escena final: el acto de violencia insinuado e incluso la sospecha horriblemente sugestiva de filicidio que flota en el aire, se siente completamente en consonancia con la atmósfera inquietante y el terror progresivo que penetra escalofriantemente en toda la pieza. [Dixit]
Seis años antes, el hermano gemelo de Sally había muerto. El zapato era de David, alojado para darle un sentido místico a su vida, y un símbolo de su dolor. Estaba tratando desesperadamente de volver a unirse a dos mitades divididas.
Su intercambio con Louise fue inquietante por decir lo menos. "David, estás sangrando". "No no soy." El final deletreó parte del misterio, pero dejó a la audiencia para llenar los vacíos. Fue escalofriantemente ambiguo también. Ted se había encontrado claramente con un destino sangriento, pero cuando David habló de volver a unir a su hija con su hermano ("deberían estar juntos"), había una posibilidad adicional aún más aterradora. [Dixit]
En su debe está que me resulta bastante tramposo el capítulo, estiran demasiado el chicle de la obsesión caricaturesca del protagonista, tanto que cuando llega a su resolución te golpea, pero no te emociona lo que debiera al haberte alejado antes del personaje.
En conjunto, un apreciable y buen episodio de los que te deja con ganas de una segunda visión, aun con sus juegos trileros. Fuerza y honor!!!