Recuerdo el libro "La señorita Smila y su especial percepción de la nieve", del danés Peter Høeg como uno de los libros que más me ha costado terminar en mi vida. Sin embargo, también lo recuerdo como uno de los libros que más me ha costado dejar en mi vida. Se trataba de la historia de Smila, una chica medio inuit y experta en las propiedades físicas del hielo que investiga la extraña muerte de un niño vecino suyo con el que le unía una relación especial. La historia deriva en un policíaco extraño, denso y bastante complicado de entender hacia el final.

"Smila, misterio en la nieve", a la que han robado -por lo menos en la versión española- su hermoso título literario, es una de las películas que más me ha costado terminar en mi vida. Sin embargo, también la recuerdo como una de las películas que menos me ha costado dejar en mi vida. Trata más o menos de lo mismo que lo anterior, pero en una versión mucho más simplificada. Smila era un personaje fascinante y en ella radicaba todo el poder de atracción de la historia, pero Julia Ormond haciendo de Smila es tan plana como el trasfondo que el guión le ha otorgado.

Por lo demás, aquí tenemos una lección clásica de cómo desaprovechar un reparto de campanillas y de cómo tratar al espectador como si fuese gilipollas. August sigue haciéndole un flaco favor al mercado cinéfilo de adaptaciones literarias. No acaba de destrozarlas, pero no se le puede negar que por lo menos lo intenta con ganas.

Bonitos paisajes nevados, eso sí.