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Tajikistan Tajikistan · Demonlandia
Voto de Neathara:
7
Western Brendan O'Malley (Kirk Douglas), un antiguo pistolero, llega a México para buscar a Belle Breckenridge (Dorothy Malone), que resulta estar casada con un borracho (Cotten). Éste le pide ayuda para conducir un rebaño a Texas. Tras los pasos de O'Malley va Dana Stribling (Rock Hudson), un vengativo sheriff que tiene motivos personales para arrestarlo. (FILMAFFINITY)
15 de febrero de 2010
52 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
Últimamente en esta web se está insistiendo mucho en la diferencia entre obra maestra y obra de culto y en los porqués de que un concepto rara vez incluya el otro. Digamos que una obra maestra, un diez indiscutible es una obra en la que todos los elementos funcionan como es debido, para resumirlo rápido y mal. Una obra maestra puede fascinar y sobrecoger, pero esta fascinación y este sobrecogimiento provienen del hecho de la "redondez".

La obra de culto es una especie más rara. Se trata de las películas imperfectas, en las que nada funciona o nada está hecho como mandan los cánones y que sin embargo provocan un efecto tanto o más poderoso del que provocan las obras maestras. Con obra de culto no me refiero a bodrios con cinco fans histéricas como puede ser "Begotten", me refiero a obras de culto que han acabado llegando a las masas, como por ejemplo la siempre fascinadora "La noche del cazador" o la inmensa "Centauros del desierto".

Sin ser una obra maestra pero reuniendo muchas papeletas para ser obra de culto, "El último amanecer" se muestra como un western extraño, sumergido literalmente en amarillos y naranjas cuya artificiosidad crea una atmósfera única, entre desierto teatral y cuadro de Van Gogh; a estos raros colores se le suman unos personajes fuera de contexto, arrebatados de una novela decimonónica inglesa, con sus soterradas y retorcidas pasiones...el heredero insatisfecho, la insinuación de incesto, el retorno del héroe pródigo...

La mezcla es única. El director la ejecuta con total seguridad en sí mismo, a pesar de las obvias contradicciones entre escena y escenario. Los actores se prestan al juego con fe ciega: Kirk Douglas está soberbio pero aún mejor destacan Rock Hudson y las chicas, madre e hija. La primera es fuerte porque ha sufrido y la segunda es fuerte por lo que tendrá que sufrir pero en ningún momento estas mujeres, que han subsistido sin hombres en el marco salvaje del Oeste, pierden un ápice de feminidad y plantan cara a lo que ha de venir con temple, voluntad de hierro y sin un solo pelo dorado fuera de su sitio. Muy al contrario que las bolleras de postín que algún que otro director pone al frente de un western sin percatarse de que la fuerza es una cualidad sin género y que no es necesario otorgar tributos masculinos a una mujer para que nos convenzan de que tiene carácter.

El visionado de "El último atardecer", sin duda una experiencia interesante.
Neathara
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