Dentro del panorama indie americano surgen de cuando en cuando películas con cero pretensiones pero buenos resultados (al menos artísticos y críticos, que la taquilla es otra historia), como ésta. Y su trama no puede ser más simple: Dos amigos (Olivia Wilde y Jake Johnson), que trabajan muy unidos en una fábrica de cerveza y que mantienen una extraña tensión no resuelta (de tipo romántico-sexual-amiguetil) que se complicará cuando sus respectivas parejas (Anna Kendrick y Ron Livingston) se conozcan.
De primeras nada nuevo bajo el sol, pero la manera en la que están retratados los personajes y las diferentes historias, sin caer en lo fácil de las comedias más comercialoides americanas, es lo que hace que esta película sea diferente, y eso se nota.
El reparto está sencillamente genial y son capaces de transmitir lo que sienten (o lo que no pueden sentir) con gestos, miradas y rostros, que son totalmente creíbles y entran dentro de acciones creíbles y que duelen (todo lo que ocurre en ese fin de semana en la cabaña y sus consecuencias, está muy bien llevado).
Pero a veces ese dolor procedente del desengaño, es necesario para poder abrir los ojos y mantener una amistad o una relación (o no hacerlo) y seguir adelante con la vida. Porque al final es lo único que importa.
A veces esa tensión que sentimos por alguien y que nunca nos atrevemos a confesar, tiene su respuesta en un acto inesperado que lo despeja todo (en este caso una mudanza con accidente). Es ver la reacción de los involucrados en ese momento y darte cuenta de que la tensión es solo tensión. Que si tienes que estar con alguien para siempre, es capaz de demostrarlo con un pequeño gesto (como ocurre al final con el acto de sinceridad valiente de otro personaje, aunque suene críptico, pero así evito spoilers).
Porque al final los amigos son solo amigos y si tienen un problema, siempre se puede solucionar de alguna manera si la amistad es fuerte, sincera y honesta.
Tal vez por eso el final y ese plano fijo me ha gustado tanto y me ha dejado tan buena sensación final. Porque son reacciones normales, creíbles y que demuestran que esos problemas de tensión, de sentimientos encontrados... tienen su salida idónea si existe espíritu de concordia (y cervezas de por medio, que eso siempre ayuda).
Puede que no sea la comedia más salvaje o destructiva del año (ni de lejos), pero es un estilo diferente de comedia, mucho más cercana a "Safety not guaranteed", en la que salía también Jake Johnson, que a "Resacón en las Vegas", por ejemplo. Una comedia realista, con personajes realistas que beben mucha cerveza (mucha) y se refugian en ella para curar sus males de corazón y angustia vital.
¿Que le falta presión a la caña y veces no viene acompañada de tapa? Puede... pero lo suple con muy buenas interpretaciones, credibilidad y sentido del humor... y unos pistachos si se suelta un poco.

Un 8 para mí, respetando por supuesto el resto de opiniones que he escuchado malas sobre esta película, para que ante todo perviva el espíritu de concordia y los buenos debates alrededor de una cerveza.