Sin darle muchas vueltas, me limito a decir que es la típica película americana sobre deportes, que no profundiza demasiado en el juego en sí, y que está peparada para el lucimiento de sus dos estrellas: Rene Russo, a mi entender, cada vez más versatil, y Kevin Costner, luchando por salir de ese pozo crítico en el que nunca debió ni mereció caer.
A parte de eso, la película es entretenida, tiene sus momentos, y ante ese final tan criticado, pues digo lo de siempre: que esto es cine, no un documental que cuenta hechos ciertos, y que lo que hay que hacer es disfrutar y dejar volar la imaginación. Un film no se puede medir por si el final es más o menos coherente, o más o menos estúpido. Si así lo hacemos somos nosotros los que mostraríamos poca coherencia.