Bamako, de Abderrahmane Sissako, es una forma inteligente de hacer cine, con los pocos medios que cuenta el director ha sido capaz de sacar oro, con un guion atractivo y entretenido, junto a la poderosa fuerza de la denuncia social, como es la esclavitud de un continente, África, por el capitalismo "del primer mundo".


El film trata sobre un juicio contra el capitalismo, pero no en una hermosa y deslumbrante corte de paredes de madera decorada con hermosos símbolos y suelos brillantes resbaladizos de un edificio de mármol céntrico e histórico, sino en el patio de una comunidad de barracas del tercer mundo, cochambroso y humilde, donde los alegatos de defensores y acusados junto al enrevesado de varias historias son el eje del desarrollo, donde lo que cuenta al final es dejar constancia de la "verdad".

Lo mejor como he dicho el guion, simple pero franco, lanzando golpes llenos de simbolismos e incluso directos contra aquellos que se hacen llamar "Dioses" del mundo pero en verdad son explotadores o negreros de finales de S.XX o principios del S.XXI.



Un aplauso para Sissako, que no deja de sorprender una y otra vez, y es que para lo que no lo conozcan no es un desconocido dentro de este mundo del espectáculo, ha cosechado éxitos y su último gran éxito ha sido Timbuktu, nominada al Oscar mejor película de habla no inglesa, aunque está claro que por curriculum no se lo llevaría en una gala fraudulenta y manipulada.