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Voto de Pedro:
8
7,6
34.978
Thriller. Drama
Antoine y Olga son una pareja francesa que se instaló hace tiempo en una aldea del interior de Galicia. Allí llevan una vida tranquila, aunque su convivencia con los lugareños no es tan idílica como desearían. Un conflicto con sus vecinos, los hermanos Anta, hará que la tensión crezca en la aldea hasta alcanzar un punto de no retorno.
15 de noviembre de 2022
103 de 124 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña, buenos creadores coguionistas habituales que se compenetran como los engranajes de un reloj de precisión, construyen la historia de esta película "As bestas" inspirándose en unos hechos parecidos que sucedieron entre 1997 y 2014 en una pequeña aldea gallega. En la realidad en la aldea prácticamente abandonada sólo habitaban las dos familias que son el núcleo de los acontecimientos, y la pareja de extranjeros eran holandeses mientras que en la ficción son franceses, pero lo sucedido fue de modo básico lo que narra la cinta aunque por supuesto se idea una ficción con guión original sobre cómo son los personajes protagonistas, todas las relaciones entre ellos y el modo exacto en que ocurren las cosas.
La película tiene un importante componente costumbrista que dentro de un entorno rural mezcla culturalmente a personajes que dialogan en español, gallego y francés (la mayoría de los diálogos del filme son en francés, siendo también la película una coproducción de España con Francia) y muestra los quehaceres y formas de vida propios en el entorno. Pero enseguida nos damos cuenta de que nos introducimos en un thriller dramático en el que poco a poco sin abandonar nunca el componente costumbrista se va mascando la tensión entre los personajes hasta que el espectador se impregna de ella y durante todo el metraje está en vilo pensando en lo que pudiera suceder.
Una vez vista esta película no tengo duda de que es la que yo hubiese elegido como candidata española a los Oscars de las tres que se preseleccionaron este año, aunque quienes tienen que elegir no optaron por ella. Y es porque esa mezcla cultural, y ese desarrollo pausado de lo cotidiano que a la vez se llena de tensión no es fácil de lograr que funcione durante las más de dos horas y cuarto, siendo en cierto modo en conjunto algo no exento de originalidad que aquí funciona maravillosamente bien, gracias también a una muy buena dirección de actores y a unas interpretaciones de mérito, muy expresivas y realistas de todo el elenco, desde los principales personajes a los secundarios, y especialmente de los cuatro actores que encarnan al matrimonio francés y a los hermanos gallegos Xan y Lorenzo.
La historia se divide en dos partes con un punto de inflexión. Dichas partes son de diferente duración cada una, siendo aproximadamente la primera dos tercios del total. Esta primera parte más larga es la de más tensión, mientras que en la segunda parte, que es la que camina hacia el desenlace final, sin prescindir también de tensión e intriga, cobra protagonismo cómo todos los hechos diseccionan el alma y forma de ser del personaje de la mujer francesa Olga interrelacionando sobre todo con otro personaje que en esta parte se convierte también en protagonista y que es su hija Marie.
El apartado técnico no va a la zaga de todo lo demás, pues la dirección artística logra una muy buena ambientación y caracterizaciones de personajes dentro del entorno rural y de la bella naturaleza entre bosques y montes de las localizaciones elegidas para el rodaje en la comarca leonesa de El Bierzo y en algunos lugares de Galicia. La fotografía está muy trabajada para captar artísticamente a la par que de modo realista todo ese ambiente, la música que se encaja con las imágenes y da paso a silencios de contraste en momentos clave, la escenografía, la planificación de planos y escenas, así como el montaje, no pasan desapercibidos.
...
"A rapa das bestas" es una tradición de algunas localidades de Galicia que hoy es fiesta cultural y también atracción turística donde mediante la fuerza física unas personas van inmovilizando a los caballos para raparles las crines. La vida no suele ser como la planeamos o soñamos, las personas con las que nos relacionamos habitualmente condicionan lo que nos pasa, y algunas veces lo que nos pasa puede estar lleno de demasiada incertidumbre y tensión. La vida puede llegar a ser también como "a rapa das bestas".
La película tiene un importante componente costumbrista que dentro de un entorno rural mezcla culturalmente a personajes que dialogan en español, gallego y francés (la mayoría de los diálogos del filme son en francés, siendo también la película una coproducción de España con Francia) y muestra los quehaceres y formas de vida propios en el entorno. Pero enseguida nos damos cuenta de que nos introducimos en un thriller dramático en el que poco a poco sin abandonar nunca el componente costumbrista se va mascando la tensión entre los personajes hasta que el espectador se impregna de ella y durante todo el metraje está en vilo pensando en lo que pudiera suceder.
Una vez vista esta película no tengo duda de que es la que yo hubiese elegido como candidata española a los Oscars de las tres que se preseleccionaron este año, aunque quienes tienen que elegir no optaron por ella. Y es porque esa mezcla cultural, y ese desarrollo pausado de lo cotidiano que a la vez se llena de tensión no es fácil de lograr que funcione durante las más de dos horas y cuarto, siendo en cierto modo en conjunto algo no exento de originalidad que aquí funciona maravillosamente bien, gracias también a una muy buena dirección de actores y a unas interpretaciones de mérito, muy expresivas y realistas de todo el elenco, desde los principales personajes a los secundarios, y especialmente de los cuatro actores que encarnan al matrimonio francés y a los hermanos gallegos Xan y Lorenzo.
La historia se divide en dos partes con un punto de inflexión. Dichas partes son de diferente duración cada una, siendo aproximadamente la primera dos tercios del total. Esta primera parte más larga es la de más tensión, mientras que en la segunda parte, que es la que camina hacia el desenlace final, sin prescindir también de tensión e intriga, cobra protagonismo cómo todos los hechos diseccionan el alma y forma de ser del personaje de la mujer francesa Olga interrelacionando sobre todo con otro personaje que en esta parte se convierte también en protagonista y que es su hija Marie.
El apartado técnico no va a la zaga de todo lo demás, pues la dirección artística logra una muy buena ambientación y caracterizaciones de personajes dentro del entorno rural y de la bella naturaleza entre bosques y montes de las localizaciones elegidas para el rodaje en la comarca leonesa de El Bierzo y en algunos lugares de Galicia. La fotografía está muy trabajada para captar artísticamente a la par que de modo realista todo ese ambiente, la música que se encaja con las imágenes y da paso a silencios de contraste en momentos clave, la escenografía, la planificación de planos y escenas, así como el montaje, no pasan desapercibidos.
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"A rapa das bestas" es una tradición de algunas localidades de Galicia que hoy es fiesta cultural y también atracción turística donde mediante la fuerza física unas personas van inmovilizando a los caballos para raparles las crines. La vida no suele ser como la planeamos o soñamos, las personas con las que nos relacionamos habitualmente condicionan lo que nos pasa, y algunas veces lo que nos pasa puede estar lleno de demasiada incertidumbre y tensión. La vida puede llegar a ser también como "a rapa das bestas".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Si lees esta parte de la crítica es porque ya debes haber visto la película, así que si ya conoces la historia de ficción, voy a relatar la realidad en que se inspira que fue noticia de prensa debido al asesinato e incluso se hizo un documental de 82 minutos que levantó mucha expectación y sobrecogió en el Festival de Cine Internacional de Ourense en 2016.
Los hechos reales en que se inspira la película de Sorogoyen sucedieron en la pequeña localidad gallega de Santoalla do Monte, en el concejo de Petín de la provincia de Orense. Una pareja holandesa que llevaba dos años viviendo de viaje por Europa en una autocaravana para evitar la vida de la gran ciudad, llegó a la localidad en 1997, se enamoraron del lugar, y les pareció idílico para cumplir el sueño de su vida y establecerse montando allí una granja ecológica. En el lugar, una aldea perdida casi del todo abandonada, sólo seguía viviendo por aquel entonces una familia de gallegos, formada por una pareja mayor y sus dos hijos, uno de ellos con un retraso mental leve.
Los primeros años se relacionaron correctamente como vecinos, pero empezaron los roces cuando los holandeses de ideas emprendedoras querían hacer cosas y proyectos en la aldea usando zonas públicas y los gallegos de mentalidad más conservadora y reticentes a cambios no estaban de acuerdo con que se hiciesen esas cosas. Los problemas serios empezaron cuando los holandeses pidieron participar de los beneficios económicos que se obtenían del monte comunal por dejar que empresas como las madereras explotasen la zona y la familia gallega se negaba porque consideraba que a ese beneficio no tenían derecho. Las familias incluso dejaron de hablarse.
Aquí está la principal diferencia con el argumento que construye la película respecto al origen del peor enfrentamiento, pues no es que la familia gallega tuviera la posibilidad de irse por el dinero que les daba por el terreno una empresa eólica y los holandeses no se iban y entonces no se podía ceder el terreno a la empresa, sino que las empresas que ya explotaban el monte pagaban a los residentes miembros de la sociedad del monte comunal.
Los holandeses lo que decían era que al estar viviendo allí también les correspondía beneficiarse de parte de ese dinero de la explotación de empresas del monte. Y la familia gallega a lo que se oponía es a repartir con los holandeses el dinero que les daban las empresas por la explotación del monte comunal porque decían que en realidad los holandeses no eran vecinos de la aldea con derecho a ser miembros de la sociedad del monte comunal. Los holandeses recurrieron al juzgado y al final el juzgado consideró que tenían derecho a ser comuneros, con lo cual la familia gallega estaba obligada a darles la mitad de los beneficios. Y esto fue lo que desató las hostilidades peores. El hombre holandés, como en la película el francés, sí grababa en vídeo incidentes y cosas que los otros hacían, llegando a obsesionarse con ellos.
Según los hechos probados, el crimen lo llevó a cabo en 2010 el hermano que tenía los problemas mentales disparando al holandés con una escopeta mientras éste conducía el coche cuando regresaba a la aldea tras ir un día a comprar. El otro hermano ayudó a encubrirlo escondiendo el coche con el cadáver en un bosque y quemándolo. Lo escondieron tan bien en sitio tan recóndito a unos 15 km de la aldea que sólo pudo ser encontrado junto a los restos óseos del cadáver por casualidad cuando cuatro años después un helicóptero en labores de prevención de incendios tuvo problemas mecánicos.
El autor del crimen finalmente confesó serlo, diciendo que habían discutido porque venía conduciendo como loco y al final le disparó. Fue condenado a 10 años de cárcel. El hermano sólo pudo probarse que fue encubridor tal como él también admitió y no fue a prisión, permaneciendo con orden de alejamiento que le impide acercarse a la aldea. La viuda de la víctima sigue viviendo hoy en la aldea.
Los hechos reales en que se inspira la película de Sorogoyen sucedieron en la pequeña localidad gallega de Santoalla do Monte, en el concejo de Petín de la provincia de Orense. Una pareja holandesa que llevaba dos años viviendo de viaje por Europa en una autocaravana para evitar la vida de la gran ciudad, llegó a la localidad en 1997, se enamoraron del lugar, y les pareció idílico para cumplir el sueño de su vida y establecerse montando allí una granja ecológica. En el lugar, una aldea perdida casi del todo abandonada, sólo seguía viviendo por aquel entonces una familia de gallegos, formada por una pareja mayor y sus dos hijos, uno de ellos con un retraso mental leve.
Los primeros años se relacionaron correctamente como vecinos, pero empezaron los roces cuando los holandeses de ideas emprendedoras querían hacer cosas y proyectos en la aldea usando zonas públicas y los gallegos de mentalidad más conservadora y reticentes a cambios no estaban de acuerdo con que se hiciesen esas cosas. Los problemas serios empezaron cuando los holandeses pidieron participar de los beneficios económicos que se obtenían del monte comunal por dejar que empresas como las madereras explotasen la zona y la familia gallega se negaba porque consideraba que a ese beneficio no tenían derecho. Las familias incluso dejaron de hablarse.
Aquí está la principal diferencia con el argumento que construye la película respecto al origen del peor enfrentamiento, pues no es que la familia gallega tuviera la posibilidad de irse por el dinero que les daba por el terreno una empresa eólica y los holandeses no se iban y entonces no se podía ceder el terreno a la empresa, sino que las empresas que ya explotaban el monte pagaban a los residentes miembros de la sociedad del monte comunal.
Los holandeses lo que decían era que al estar viviendo allí también les correspondía beneficiarse de parte de ese dinero de la explotación de empresas del monte. Y la familia gallega a lo que se oponía es a repartir con los holandeses el dinero que les daban las empresas por la explotación del monte comunal porque decían que en realidad los holandeses no eran vecinos de la aldea con derecho a ser miembros de la sociedad del monte comunal. Los holandeses recurrieron al juzgado y al final el juzgado consideró que tenían derecho a ser comuneros, con lo cual la familia gallega estaba obligada a darles la mitad de los beneficios. Y esto fue lo que desató las hostilidades peores. El hombre holandés, como en la película el francés, sí grababa en vídeo incidentes y cosas que los otros hacían, llegando a obsesionarse con ellos.
Según los hechos probados, el crimen lo llevó a cabo en 2010 el hermano que tenía los problemas mentales disparando al holandés con una escopeta mientras éste conducía el coche cuando regresaba a la aldea tras ir un día a comprar. El otro hermano ayudó a encubrirlo escondiendo el coche con el cadáver en un bosque y quemándolo. Lo escondieron tan bien en sitio tan recóndito a unos 15 km de la aldea que sólo pudo ser encontrado junto a los restos óseos del cadáver por casualidad cuando cuatro años después un helicóptero en labores de prevención de incendios tuvo problemas mecánicos.
El autor del crimen finalmente confesó serlo, diciendo que habían discutido porque venía conduciendo como loco y al final le disparó. Fue condenado a 10 años de cárcel. El hermano sólo pudo probarse que fue encubridor tal como él también admitió y no fue a prisión, permaneciendo con orden de alejamiento que le impide acercarse a la aldea. La viuda de la víctima sigue viviendo hoy en la aldea.