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Voto de burton:
10
8,6
63.905
Comedia
Extenuado por el frenético ritmo de la cadena de montaje, un obrero metalúrgico acaba perdiendo la razón. Después de recuperarse en un hospital, sale y es encarcelado por participar en una manifestación en la que se encontraba por casualidad. En la cárcel, también sin pretenderlo, ayuda a controlar un motín, gracias a lo cual queda en libertad. Una vez fuera, reemprende la lucha por la supervivencia en compañía de una joven huérfana a ... [+]
25 de junio de 2006
203 de 218 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una obra MARAVILLOSA, se mire por donde se mire. La última vez que Chaplin nos deleitó con su mítico personaje de Charlot en pantalla.
En plena época de crisis de los años 30, en un contexto de crisis capitalista enormemente deprimente y opresivamente insoportable para el trabajador standard, el de las fábricas que habían adoptado ya el teórico sistema de distribución Tayloriano del trabajo en cadena, donde los trabajadores formaban parte de un proceso de alienación rayante en el paroxismo más exasperante(ovejas que salen de la boca del metro para posteriormente incorporarse agolpadamente en sus respectivos puestos de trabajo), llegando incluso a adquirir lo característicos tics del autómata más mecanizado..., Chaplin uno de los artistas más socialmente posicionados en el lado del derecho laboral digno y no vejatorio ni denigrante como se estaba convirtiendo gradualmente, nos presenta esta ENORME cinta con unos méritos innegables no sólo desde una perspectiva socialmente comprometida, sino también del lado de las loas artísticas, basadas en su mayoría en su incuestionable poder y habitual maestría narrativa en el contexto del antiguo cine mudo(y ello apesa de que hacía ya casi una década que el cine hablado estaba en voga), y de una fotografía en blanco y negro poderosamente tenebrista y expresionista a cargo de sus habituales; Ira H. Morgan y Roland Totheroh.
A buen seguro que esta obra serviría de inspiración a Orwell para sus obras "Rebelión en la granja" y sobre todo "1984", con esas pantallas de televisión vigilantes e intimidatorias para los trabajadores relajados.
Cada uno de los fotogramas de esta épica cinta forman ya parte por derecho propio y con mayúsculas de las OBRAS MAESTRAS más sorprendentes e influeyentes en la historia del celuloide.
En plena época de crisis de los años 30, en un contexto de crisis capitalista enormemente deprimente y opresivamente insoportable para el trabajador standard, el de las fábricas que habían adoptado ya el teórico sistema de distribución Tayloriano del trabajo en cadena, donde los trabajadores formaban parte de un proceso de alienación rayante en el paroxismo más exasperante(ovejas que salen de la boca del metro para posteriormente incorporarse agolpadamente en sus respectivos puestos de trabajo), llegando incluso a adquirir lo característicos tics del autómata más mecanizado..., Chaplin uno de los artistas más socialmente posicionados en el lado del derecho laboral digno y no vejatorio ni denigrante como se estaba convirtiendo gradualmente, nos presenta esta ENORME cinta con unos méritos innegables no sólo desde una perspectiva socialmente comprometida, sino también del lado de las loas artísticas, basadas en su mayoría en su incuestionable poder y habitual maestría narrativa en el contexto del antiguo cine mudo(y ello apesa de que hacía ya casi una década que el cine hablado estaba en voga), y de una fotografía en blanco y negro poderosamente tenebrista y expresionista a cargo de sus habituales; Ira H. Morgan y Roland Totheroh.
A buen seguro que esta obra serviría de inspiración a Orwell para sus obras "Rebelión en la granja" y sobre todo "1984", con esas pantallas de televisión vigilantes e intimidatorias para los trabajadores relajados.
Cada uno de los fotogramas de esta épica cinta forman ya parte por derecho propio y con mayúsculas de las OBRAS MAESTRAS más sorprendentes e influeyentes en la historia del celuloide.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
En nuestra retina quedarán para siempre las memorables escenas de esta cinta que como en el "Gran Dictador", impactarán de modo definitivo nuestro subconsciente:
Charlot en la fábrica termina por convertirse en una especie de guiñapo y muñeco autómata, incapaz de dominar sus alocados tics. Además sirve como cobaya para probar la máquina de alimentación de obreros ahorrativa de costes para la empresa ya que teóricamente eliminaría los tiempos muertos...
Paulette Goddard haciendo el papel de "golfilla" huérfana de madre, robando panes y plátanos para sustentar a sus dos hermanas y su padre en paro, soñando con Charlot en formar una familia, y ensayando en una desvencijada cabaña de madera putrefacta.
Charlot una y otra vez llevado a comisaría en aquel patrol, debido a una serie de disparatadas, ingeniosas y divertidísimas escenas azarosas, como aquella de la cocaína que finalmente le comportará el beneplácito de los funcionarios de prisión en forma de salvoconducto para conseguir cualquier trabajo allí fuera.
Su trabajo como vigilante nocturno de unos grandes almacenes, y su posterior trabajo como camarero-cantante que le hará declinar las únicas palabras en toda la cinta, y en forma de canción mezcla de francés e italiano.
Y finalmente aquella MARAVILLOSA, MÍTICA Y SUGERENTE escena final donde ambos, juntos de la mano, emprenden un camino hacia no se sabe bien dónde, pero imbuídos de una enérgica esperanza como así atestiguan sus últimas palabras: "... saldremos adelante...".
Charlot en la fábrica termina por convertirse en una especie de guiñapo y muñeco autómata, incapaz de dominar sus alocados tics. Además sirve como cobaya para probar la máquina de alimentación de obreros ahorrativa de costes para la empresa ya que teóricamente eliminaría los tiempos muertos...
Paulette Goddard haciendo el papel de "golfilla" huérfana de madre, robando panes y plátanos para sustentar a sus dos hermanas y su padre en paro, soñando con Charlot en formar una familia, y ensayando en una desvencijada cabaña de madera putrefacta.
Charlot una y otra vez llevado a comisaría en aquel patrol, debido a una serie de disparatadas, ingeniosas y divertidísimas escenas azarosas, como aquella de la cocaína que finalmente le comportará el beneplácito de los funcionarios de prisión en forma de salvoconducto para conseguir cualquier trabajo allí fuera.
Su trabajo como vigilante nocturno de unos grandes almacenes, y su posterior trabajo como camarero-cantante que le hará declinar las únicas palabras en toda la cinta, y en forma de canción mezcla de francés e italiano.
Y finalmente aquella MARAVILLOSA, MÍTICA Y SUGERENTE escena final donde ambos, juntos de la mano, emprenden un camino hacia no se sabe bien dónde, pero imbuídos de una enérgica esperanza como así atestiguan sus últimas palabras: "... saldremos adelante...".