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España España · Barcelona
Voto de K:
10
Drama Reconstrucción de los acontecimientos ocurridos desde Febrero hasta Octubre de 1917. Una película en la que, siguiendo la filosofía comunista, no había personajes principales. La habilidad de Eisenstein y su experiencia se ve en los rápidos movimientos y en el ritmo en el montaje, así como en la construcción de intensas secuencias que no fueron bien entendidas por las tempranas generaciones rusas. El estreno se retrasó hasta 1928 debido ... [+]
8 de diciembre de 2006
98 de 114 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es la cima del gran Eisenstein. Película panfletaria, sí, pero que más da. Aún hoy es una de las películas más modernas de la historia del cine (y tiene 80 años). Hecho demostrado porque cualquier espectador que se acerque hoy en día a la cinta queda inmediatamente sorprendido, sino boquiabierto, con algunas secuencias del film, aunque al final no le acabe gustando la película. Esto es porque hoy no estamos acostumbrados a ver películas así. Películas que van mucho más allá de su argumento hasta liberarse de él y acercarse al cine puro (sí, ya se como suena eso). Porque Octubre es una puerta abierta, abierta y no transitada por el cine. Da igual de lo que hable, lo importante es como habla de ello. Usando el montaje, que es el cine, como ninguna otra, construyendo a través de la colisión de planos ideas nuevas, apelando a la inteligencia del espectador, utilizando metáforas visuales, articulando un sentido de la temporalidad único, y, lo más importante, alejándose de las demás artes para devenir un arte único, que no le debe nada a nadie más que a sí mismo.

Sí, la película puede resultar algo aburrida, porque está mutilada, porque exige un conocimiento notable de la revolución de octubre, porque es algo reiterativa en algunos aspectos, porque vista hoy en día no acaba de manejar acertadamente el ritmo, porque es tan apabullante visualmente que puede agotar, porque es argumentalmente simple... Pero sigue estando a años luz de películas supuestamente modernas (porque son actuales), que no nombraré porque la lista es interminable.

El cine, aún hoy, sigue los esquemas narrativos de la literatura clásica, sigue bebiendo del teatro y la pintura, sigue estando atado a los cánones de la fotografía, sigue usandose de la música como acompañamiento... Pero películas como Octubre van más allá de ello y reclaman el derecho del cine como arte, no solamente independiente, sino como, potencialmente, lo más grande de las artes. El montaje es lo único que hace al cine único (y valga la redundancia), porque ninguna de las anteriores artes lo posee, y Eisenstein se empepinó en llevar al cine a su máxima expresión a través del montaje; no pudo porque no le dejaron, ni Stalin, ni Hollywood permitieron que siguiese desarrollando su cine... Y es por esto que mi nota no puede ser más que un rotundo 10.
K
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