Valga por delante que siempre he querido empezar una crítica en esta página con este título. Es una de esas cosas que llevas esperando años para poder decir o escribir, como esa MÍTICA frase que algún día espero decir: "Si me dieran 5 centavos cada vez que alguien me dice eso".

La frase la tenía reservada para otra película, pero hoy estoy con el día Leslie Nielsen y que mejor que la culpable del principio de su decadencia cinematográfica (con el permiso del señor Mel Brooks, capaz de lo mejor y lo peor, normalmente lo segundo) para usarla.

Cuando Leslie actua sin guión de los Zucker, normalmente hace aguas. Así que llegamos a la conclusión que más que Leslie, nos gustan los guiones de los hermanos que reinventaron la comedia del absurdo y la parodía americana. Pero estos sin Leslie, suelen hacer agua también. Así que la cosa debe estar entre un equilibrio místico raro entre ellos, quien sabe.

La película que nos ocupa no hace gracia, pero tampoco mata. Es como el cigarrillo ventolado; no te quita la ansiedad pero se supone que en principio te mata menos. Algo así.

La sobreexplotación del actor ya dió resultados tirando a cutres como en la versión de Drácula de Mel Brooks, y terminaría en el patetismo más absoluto en Mr. Magoo. Entre medio tenemos a esta.

La declaro culpable del principio de la muerte cinematográfica del actor Leslie Nielsen. Lo que sigue es una cuesta abajo sin frenos. Lástima, su figura probablemente se merecía más.