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Polonia Polonia · Terrassa
Voto de Taylor:
8
Drama. Romance Guerra Civil norteamericana (1861-1865). John Mc Burney (Clint Eastwood), un soldado yanki malherido es rescatado por una jovencita de una escuela de señoritas del Sur. Se las arregla para llevarle a la escuela, aunque al principio todas las mujeres están aterrorizadas. Cuando empieza a recuperarse, una a una las irá conquistando a todas, y así el ambiente se irá enrareciendo a causa de los celos. (FILMAFFINITY)
10 de noviembre de 2010
39 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay en toda la filmografía de Siegel un trabajo verdaderamente curioso, extraño, osado y personal ése es -sin lugar a dudas- “El seductor”. Una peli que poco tiene que ver con el contexto histórico en el que se desarrolla (la guerra de secesión norteamericana) y sí mucho, muchísimo, con un claustrofóbico e inquietante microcosmos de pasiones reprimidas en el que el sexo -obviamente- ejerce como detonante de una serie de acontecimientos en los que nuestro querido y malherido Casanova se lleva, como no, la peor parte.

Más que en su espeluznante desenlace, sin embargo, me gustaría centrarme en la perversa e insana atmósfera que destila esta peli en todo su metraje. Una enfermiza atmósfera construida a base de flash-backs, secuencias oníricas, símbolos y música que te atrapa desde un buen principio (el beso de Clint a la niña es toda una declaración de intenciones) y que, junto a las tremendas dotes seductoras de nuestro tullido galán, resulta lo bastante sugestiva y convincente como para que todo espectador crea a pies juntillas que el Cabo Casanova es bien capaz de engatusar a todo un colegio de jóvenes señoritas sureñas y más. Empezando por la cándida niña de la tortuguita y acabando por esa diabólica reencarnación de Frau Rottenmeyer que tan magistralmente interpreta Geraldine Page.

Ocho meritorias estrellitas, pues, para una cautivadora peli que exuda morbo y erotismo a tutiplén y que, pese a su moralizante epílogo, constata que no hay peligro mayor en el juego de la seducción o “amor galante” que las maquiavélicas represalias de un nido de víboras -aparentemente puritanas- ávidas de sexo, drogas y rocanrol.
Taylor
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