Haz click aquí para copiar la URL
Polonia Polonia · Terrassa
Voto de Taylor:
6
Drama Un hombre camina por el desierto de Texas sin recordar quién es. Su hermano lo busca e intenta que recuerde cómo era su vida cuatro años antes, cuando abandonó a su mujer y a su hijo. A medida que va recuperando la memoria y se relaciona con personas de su pasado, se plantea la necesidad de rehacer su vida. (FILMAFFINITY)
5 de enero de 2008
273 de 355 usuarios han encontrado esta crítica útil
Wenders se empeña en ser más papista que el Papa exhibiendo una vez más el catálogo iconográfico oficial de la América profunda: rectilíneas carreteras sin fin, solitarias estaciones de servicio, moteles sórdidos y, como no, el polvoriento Mohave. Todo ello impecablemente solapado a una banda sonora que acentúa a la perfección la tremenda carga melancólica de sus imágenes, dicho sea de paso, filmadas con meticuloso empaque.

El germano me engatusó, para que vamos a negarlo, merced a su innegable sensibilidad estética, pero al final el metraje acaba por pasarle factura. Me explico. La peli arranca bien. Enérgicamente. La aparición de un enigmático personaje deambulando en pleno desierto bajo un sol abrasador plantea cierta intriga inicial. Cuando descubrimos que ese pintoresco individuo ataviado con gorra de béisbol roja y traje andrajoso anda desaparecido desde hace cuatro años, nuestro interés aumenta. Su estado pseudocatatónico lo intensifica considerablemente. Sin embargo, a medida que el amnésico Travis (Harry Dean Stanton) va recuperando la memoria y empieza a comportarse como una persona normal, nuestro estímulo decrece paralelamente. Sabemos que tiene un hijo de siete años (Hunter), fruto de su relación con Jane (una bellísima Nastassja Kinski), truncada abruptamente por causa desconocida. Carecemos de indicios y la intriga inicial empieza a tambalearse. Travis y Hunter inician un viaje en búsqueda de Jane, el vértice perdido de ese triangulo familiar desestructurado. Tal vez resulte imposible recomponer esa Sagrada Familia, pero Hunter tiene derecho a conocer a mamá Jane. Y ahí es donde Wenders arrancó mis primeros bostezos, estirando el chicle en demasía. La síntesis narrativa no es su fuerte y en ese punto el chicle pierde elasticidad, se torna fláccido y la peli revela disfunción eréctil. Total, que esos 40 minutos de más le pesan como una losa a “Paris, Texas”, restándole agilidad, contundencia y brillantez .

Afortunadamente, la secuencia de la conversación (monólogo casi) entre Travis y Jane en la cabina del Peep-show remontó mi líbido cinéfila satisfaciéndome plenamente en el rush final. Sin lugar a dudas, uno de los diálogos más bellos, francos y profundos del cine de los ochenta.
Taylor
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow