Media votos
5,3
Votos
10.664
Críticas
1.293
Listas
1
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Eduardo:
6
18 de noviembre de 2017
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La (breve) historia de Estados Unidos está plagada de estafadores, mangantes y vendedores de humo. Sin ir más lejos, el último de la serie, hasta ahora, se llama Donald Trump, un charlatán inculto y grosero que ha logrado embaucar a decenas de millones de patanes con sus rumbas twiteras. Pero existen otras aves de rapiña tan asombrosas como el millonario neoyorkino.
James Addison Reavis, el Barón, es uno de los grandes nombres en la historia de la pesca de merluzos. Este individuo se arrogó la propiedad del territorio de Arizona, para lo cual no dudó en ir a España para ingresar en un convento, con el fin de falsificar unos títulos de propiedad con la misma tinta y papel que los utilizados por los monjes. Casado con la presunta heredera de los presuntos títulos, desafió a Estados Unidos y se autoproclamó barón de Arizona. Un megalómano, por supuesto. un auténtico desquiciado. Acabó en la cárcel, por supuesto. Esperemos que Donald siga su mismo camino.
Todo esto lo cuenta Samuel Fuller en su segunda película como director y guionista. Utiliza un estilo periodístico, ágil y entrecortado, que liquida en hora y media una historia que se prolonga durante décadas. Aún no había encontrado su propia voz, pero surgen destellos de vez en cuando, como en las escenas del intento de linchamiento o el amago de juicio del truhán. Cuenta con la colaboración inapreciable de Vincent Price, untuosamente maligno como en sus mejores momentos, atildado y siniestro, una de sus más regias composiciones fuera del cine de terror. La nota bufa es que un tipo nacido en Moscú (Vladimir Sokoloff) encarne a un mexicano, pero el cine estadounidense ya nos tiene acostumbrados a estos embolados. Hay que mencionar también la elegante fotografía en blanco y negro de James Wong Howe, uno de los grandes entre los grandes.
Son los balbuceos de un autor que luego se erigiría como un referente del cine negro y el cine bélico. Hay que ver El barón de Arizona como la muestra de un talento que empezaba a emerger.
James Addison Reavis, el Barón, es uno de los grandes nombres en la historia de la pesca de merluzos. Este individuo se arrogó la propiedad del territorio de Arizona, para lo cual no dudó en ir a España para ingresar en un convento, con el fin de falsificar unos títulos de propiedad con la misma tinta y papel que los utilizados por los monjes. Casado con la presunta heredera de los presuntos títulos, desafió a Estados Unidos y se autoproclamó barón de Arizona. Un megalómano, por supuesto. un auténtico desquiciado. Acabó en la cárcel, por supuesto. Esperemos que Donald siga su mismo camino.
Todo esto lo cuenta Samuel Fuller en su segunda película como director y guionista. Utiliza un estilo periodístico, ágil y entrecortado, que liquida en hora y media una historia que se prolonga durante décadas. Aún no había encontrado su propia voz, pero surgen destellos de vez en cuando, como en las escenas del intento de linchamiento o el amago de juicio del truhán. Cuenta con la colaboración inapreciable de Vincent Price, untuosamente maligno como en sus mejores momentos, atildado y siniestro, una de sus más regias composiciones fuera del cine de terror. La nota bufa es que un tipo nacido en Moscú (Vladimir Sokoloff) encarne a un mexicano, pero el cine estadounidense ya nos tiene acostumbrados a estos embolados. Hay que mencionar también la elegante fotografía en blanco y negro de James Wong Howe, uno de los grandes entre los grandes.
Son los balbuceos de un autor que luego se erigiría como un referente del cine negro y el cine bélico. Hay que ver El barón de Arizona como la muestra de un talento que empezaba a emerger.