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España España · Madrid
Voto de Charles:
7
Thriller. Ciencia ficción Una joven descubre en plena autopista un museo que contiene objetos criminológicos supuestamente auténticos... y que ofrece una perturbadora atracción principal. Episodio de la cuarta temporada de Black Mirror. (FILMAFFINITY)
5 de diciembre de 2017
50 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
No parece ser ningún secreto que, desde su expansión de capítulos, 'Black Mirror' ha cogido el testigo moderno de esas series con episodios autoconclusivos y distópicos que eran 'La Dimensión Desconocida' o 'En los Límites de la Realidad'.
Propuestas radicales que desafiaban el formato televisivo de continuidad, y donde se quería hacer una reflexión sobre la naturaleza humana, pero también se presentaban divertimentos de ciencia ficción que, con cierto aire festivo, ofrecían atracciones para disfrute del espectador.
Lo truculento, lo morboso, eso siempre nos ha gustado verlo (no tanto experimentarlo).

Así, 'Black Museum' es una suerte de celebración de la propia serie que le ha dado luz: una mezcla de referencias e historias increíbles, que mediante un maestro de ceremonias pretenden contarte el mejor chiste del mundo, y que te rías hasta que duela.

Todo empieza en un museo de horrores en medio de la nada, al lado de la carretera, donde Nish se ha parado casualmente a repostar y Rolo Haynes ha venido a preguntarle qué se le puede ofrecer mientras tanto.
Escuchar historias horrorosas no parece un mal plan mientras no hay nada que hacer, y así acaban los dos en un museo grand-guiñolesco donde el fanático reconocerá antiguos artilugios, y antiguas historias, que en algún momento llegaron a darle escalofríos.
Es todo un choque darse cuenta de que, más allá de todo lo que representaran, en este museo son sólo cachivaches curiosos, nada importante y a la postre pura distracción (como esos capítulos que el fanático se ha tragado, creyendo que en el fondo aportan algo más que eso).

Por supuesto, la atención está sobre lo que no conocemos: una malla craneal que conecta dolores entre médico y paciente, la instalación de un ser querido en la mente consciente y, por no revelar mucho, el sufrimiento como atracción del visitante indiferente.
Todos esos artilugios consagrados a la idea del MÁS: vivir más, sentir más, querer más, permanecer más, observar más, experimentar más... límites empujados por la tecnología hasta extremos absurdos e hirientes, que por todo lo que proporcionaban no hemos visto razón para frenarlos.
Parece que todo se puede sacrificar en nombre del supuesto progreso, es justificable no dejar descansar a nadie, y queremos creernos que el error parece venir siempre de los que no se van, no de aquellos que no dejan ir.

Pero entonces llega la revelación final, sustentada en la idea de que, en realidad, todo eso... nos da igual.
Seguimos viendo 'Black Mirror', somos tan adictos al dolor y a lo negro como el doctor que usaba la malla craneal, y lo peor es que ni siquiera se nos queda la lección, sólo la diversión de ver cómo un puñado de personajes sufren sádicamente a manos de historias que juzgamos imposibles en nuestro futuro cercano.
Desde el lado divertido de estas antologías, hemos llegado a lo contrario: hay que ser un pedazo de cínico para disfrutar con esto, para no tomárselo en serio, para esperar cada temporada con ganas y no con miedo.

La tecnología sí nos ha cambiado, nos ha aprisionado en nuestras miserias, hasta el punto de que sólo encontramos el gusto recreándonos en ellas, y somos capaces de disfrutar con esa mierda.
A costa de personajes que parece que no existen, pero los cuales, si existieran, no serían tratados de distinta manera.

Como dice Rolo Haynes en determinado momento: "¿hasta cuándo dura la felicidad? ¿por qué nos empeñamos en prolongarla?"
Tal vez la respuesta sea que nos aterra sobremanera mirar a la oscuridad, y necesitamos buscarle un disfrute lúdico para evitar ver alguna verdad.

Pero este inusual e iluminado capítulo da la opción de cómo contemplar 'Black Mirror': como una colección de curiosidades divertidas de mirar, o como el enfermo recuento de sádicos que se dejaron llevar por el "más".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
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