El cartel promete una más de aventuras urbanas con el bueno de Sly, pero no: la cosa va de comedia, y aunque no termina de arrancar, avanzando a trompicones, tiene en su haber varias perlas dignas de atención:

1. La brillante creación de Madelaine Stowe encarnando un prototipo de comedia: la pija alocada a punto de despeñarse en la estupidez más abominable, mágicamente reconvertida en deliciosa, guapa, valiente...

2. El estupendo toque erótico de Madelaine luciendo palmito bajo vestidos que se ciñen a sus encantadoras curvas... Va y viene poco vestida, escotada, con "pechos como copas de champán" que le dice Stallone... nunca desnuda ni semi, y sin embargo parece que lo está. Es una bellísima mujer y excelente actriz que aquí borda su gratificante papel.

3. La espléndida banda sonora del gran Bill Conti.

4. El adiós definitivo a Anthony Quinn. El otrora vigoroso mexicano-estadounidense de tantas películas de aventuras y fuertes melodramas tiene 87 años. Las secuencias que aquí tiene son con Sly que le mira con enorme ternura. Ya Quinn andaba con dificultad y le prepararon secuencias sentado, hablando con su propia voz, muy rota. En un momento le dice a SS: "Cuando yo me vaya...". Y el duro de siempre, sonría más tierno que cruasán de domingo: "Usted no va a ir a ninguna parte". Y Quinn contesta con una leve sonrisa: "Todos nos tenemos que ir... a alguna parte". Y se fue no más, y que murió antes de estrenarse esta película dedicada a su memoria. Da pena que se despida con una película tan floja, pero él mismo dijo alguna vez: "No hay que amargarse nunca, esto del show business es muy saltimbanqui, a veces estás arriba, otras abajo y muchas otras no sabes dónde estás".

5. En cuanto a Stallone hay que decir que se esfuerza mucho por defraudar a sus incondicionales y lo consigue: es un buenazo todo corazón que incluso cuando mata lo hace por extrema necesidad, nunca disfruta con ello, dado a la fuga el malo malísimo de músculos de acero de sus habituales apariciones.