Ralph Fiennes hace una creación singular de su homosexual exquisito, retirado de la sexualidad activa, deslumbrado por la belleza de algunos jóvenes.
Kristin Scott Thomas y Damian Lewis, afinan muy alto para delinear su fría relación conyugal en un tétrico ambiente "saturado" de agua.
Penélope Cruz y Clive Carter, menuda pareja de románticos desgraciados.
Penélope Cruz-Ian Holm, una sola secuencia memorable, que vale toda la película.
Ian Holm, como siempre, glorioso; sumido en una vejez llena de sabuduría.
Ben Chaplin: sobresaliente en el vaivén terrible del ambicioso en permanente estado de ansiedad, víctima tanto del fracaso como del éxito.

No coincido con ninguna de las críticas que se hacen a esa película. Vimos cosas diferentes por completo.

Tengo debilidad por las historias cruzadas bien armadas, las que logran hilvanar un material interesante a través de personajes de peso. Pues aquí no hay un solo momento carente de interés. Con el brillante añadido de muchos conflictos sugeridos dentro de una puesta en escena formidable.

Plástica, elegante incluso donde no se supone elegancia alguna. Medida a pesar de la duración; la considero una especie de sinfonía (hay muchas referencias clásicas y operísticas) que se expande con la serenidad de una chromofilia en lugar de la chromofobia del título, esa enfermedad que agobia a los protagonistas sin saberlo, esa fobia a los colores, a la variedad de tonalidades, al esfuerzo, al sacrificio, a las pasiones...

Enhorabuena a la familia Fiennes, pues también los hay en la música y en el vestuario. Son un fenómeno.