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Voto de Jorge López Fernández:
8
Drama Francia siglo XVIII. El Marqués de Sade pasa los diez últimos años de su vida en el asilo Charenton. Allí entabla amistad con el abate Coulmier, con el que comparte el afecto de Madeleine, la lavandera del asilo. Cuando Napoleón envía a un médico para que cure su presunta locura, el temperamento rebelde del marqués se agudiza todavía más. Obtuvo tres nominaciones a los Oscar, incluyendo el de mejor actor (Geoffrey Rush). (FILMAFFINITY)
28 de diciembre de 2006
20 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Philip Kaufman volvió a demostrar su talento a la hora de rodar películas con un marcado tono erótico con este film, como ya hiciera con la magnífica 'La insoportable levedad del ser'. Sabe perfectamente cómo insertar escenas de ese tipo sin que resulten en ningún momento gratuitas ni banales, algo que es enormemente de agradecer comparándolo con directores como Bigas Luna o Vicente Aranda.
La historia es claramente un grito por la libertad de expresión, estupendamente narrada, mostrando como todo el mundo tiene perversiones o fantasías, en este caso sexuales, que puede ocultar, pero que seguirán ahí y que son innatas a todo ser humano. El marqués daba rienda suelta a las suyas en sus novelas, y con ellas otras personas veían saciadas sus propias perversiones, como Madeleine le cuenta al abate.
Geoffrey Rush realiza un trabajo espectacular como el marqués de Sade, inmejorable. Sólo por él merece la pena darle una oportunidad a esta película. Kate Winslet está magnífica, como siempre, y Joaquin Phoenix también realiza un gran trabajo, en gran sintonía con ella. Michael Caine destaca un poco menos, pero no deja de realizar una interpretación muy notable.
La ambientación es excelente, al igual que la banda sonora de Stephen Warbeck, con un precioso tema para ese amor imposible entre el abate y Madeleine.
En definitiva, excelente alegato contra la imposición de unas normas morales para ocultar nuestra propia naturaleza, con nuestras perversiones y fantasías que en muchos casos necesitan ser saciadas de un modo u otro. Grandes interpretaciones, lujosa ambientación, excelente puesta en escena, con una dosis de erotismo muy bien administrada y con muy buen gusto, y con un final algo desesperanzador pero dejando clara una cosa: la pluma es, en muchos casos, más fuerte que la espada, y el marqués de Sade no ha sido el único escritor que lo ha demostrado con sus obras, en este caso unas obras algo cuestionables literariamente (no por el género sino por su calidad a la hora de ser plasmadas en el papel), pero de gran valor a la hora de analizar las conductas, perversiones y fantasías sexuales y otros aspectos psicológicos del ser humano.
Jorge López Fernández
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