Digamos que ir a ver esta película es una de esas aburridas obligaciones que cualquier padre de niños de menos de 8 años debe acometer de vez en cuando. Es una producción orientada específicamentepara el público más infantil, así que huelgan críticas sesudas o comparaciones odiosas con los dibujos animados originales de Hanna-Barbera que distrajeron las meriendas de nuestra tierna niñez.

Un guión simplón y plano con unos personajes reales poco metidos en sus papeles (cosa lógica, por otra parte), con un par de osos "made in CGI" bastante resultones y unas aventuras sencillas permitirán rellenar una tarde lluviosa cualquiera, de forma que la chavalería se pase un rato entretenido y los progenitores puedan echar una cabezadita de vez en cuando.

El filme se apunta sin demasiada convicción la estúpida moda del "3D". Salvo un par de escenas, en especial la de los rápidos del río, el resto de la inmersión tridimensional transcurre sin pena ni gloria. Nada que los que ya empezamos a peinar alguna que otra cana no hayamos visto muchas veces.

Lo dicho, para niños.