Se conocen en Singapur antes de la guerra y se enamoran. Qué noviazgo más bonito y qué envidia: entre medias del peligro y tan lejos de sus casas, se dicen cosas bonitas y lo que pase en el mundo no les importa. Esta presentación inicial es elegante y la interpretación a lo largo del metraje también.

Singapur es colonia de los ingleses, te lleva a pensar en lo exótico y en la aventura mientras estás al lado nada más y nada menos que de Ava, que está guapísima y aparece dulce de lo más dulce. Te crees el noviazgo y el amor entre ellos, lo único que pasa es que Singapur apenas está representado como paisaje, pero el amor continúa.

Él es un apuesto contrabandista, más romanticismo para ella que no por eso deja de quererlo. Pero entonces llegan los japoneses y se ponen a bombardear; Japón también quiere ser imperialista, como los demás. Son escenas justas pero que dan idea de amplitud, de amplitud de miras, de miedo entre la población. Este hecho ocasionará que Gordon, el contrabandista, tenga que abandonar las perlas fruto de su rapiña y encima pierde su otra perla más preciada: Ella.

Así que el drama está servido porque tiene que haber un punto de intranquilidad y de intriga a tan dulce relación para que exista la película. Un film correctamente construido que no te causará ningún desasosiego.