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Drama
Anton es un médico que divide su tiempo entre una idílica ciudad danesa y un campo de refugiados en África, donde ejerce su profesión. Anton y su esposa, padres de dos hijos, están separados y se plantean el divorcio. Elias, el mayor de sus hijos, entabla una estrecha amistad con Christian, un chico que acaba abandonar Londres para establecerse con su padre en Dinamarca. Sin embargo, Christian involucra a Elias en una peligrosa revancha ... [+]
2 de mayo de 2011
91 de 102 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para un niño suele ser demasiado abstracto entender en términos de ideales y recompensas espirituales. Ellos entienden de actos y obras, de lo que ven pasar ante sus ojos. No hay grados en la valentía o en la cobardía, ni medias tintas. O se es valiente, o se es cobarde. El que devuelve el golpe es valiente. El que no lo hace, es cobarde. Sin más.
Les cuesta entender que algunas personas que no devuelven los golpes no actúan así por miedo, sino que no lo hacen porque tienen por bandera su dignidad personal, sintiendo que la violencia es un camino yermo.
Entienden que se está en un lado, o en el otro. El que pega, gana, y el que no, pierde.
Ellos aún no asimilan los desvíos en el trayecto de la vida. Para ellos es recto y simple, o les resulta más fácil admitirlo así que a la complicada manera de los adultos.
Pero incluso para una persona mayor es difícil asimilar muchos retorcidos desvíos. Por ejemplo, que los abogados de oficio tengan que defender a criminales, o que los médicos tengan que curarlos, porque están sujetos a un juramento profesional en el que lidera la imparcialidad.
En el momento en que se desata una crisis en la que entran en juego todos los principios… ¿Sirven de algo tantos juramentos de imparcialidad, ya sea para un abogado de oficio, o para un médico? ¿Para un padre? ¿Para un niño que es atacado y vejado?
¿Quién es capaz de ignorar la terrible satisfacción que hace estremecer el cuerpo cuando Christian vapulea al matón de escuela con una bomba de inflar ruedas de bicicleta? ¿Quién no nota dentro el gusanillo de la venganza satisfecha? ¿Dónde va a parar la imparcialidad, dónde van los principios?
Christian quiere ser duro. No lloró siquiera en el funeral de su madre. Había una cosa que él no podía perdonarle a ella. Que se hubiera rendido, que no hubiera podido evitar la muerte.
Christian es el hijo de un mundo en el que eres débil si te rindes, si no respondes a las provocaciones con un golpe aún más fuerte, si no te temen. Tiene una mirada fiera y decidida, hermética como roca. Es extraño, pero yo comprendía la admiración de Elías, que está en el polo opuesto. Dócil, vulnerable, indefenso. Comprendía su atracción hacia el fuerte, la protección que brinda. Así como también su miedo, miedo porque Christian es la encarnación de lo que nos pone en conflicto interno, la lucha entre lo que es correcto hacer, y lo que uno quiere hacer en el fondo. Pero… ¿Es correcto permitir que Sofu continúe practicando el bullying, intimidando y amargando la vida a niños frágiles? ¿Es correcto dejar que siga campando a sus anchas? ¿Es correcto contárselo a papá y a mamá y a la directora para que todo acabe en una reprimenda, un ingenuo sermón moralista, un apretón de manos y que luego el matón de pacotilla siga haciendo de las suyas? Sí, es lo correcto, por lo visto.
Pero lo que uno quiere hacer de verdad es zurrarle la badana de lo lindo y que no pueda volver a plantar el culo en ninguna superficie.
Les cuesta entender que algunas personas que no devuelven los golpes no actúan así por miedo, sino que no lo hacen porque tienen por bandera su dignidad personal, sintiendo que la violencia es un camino yermo.
Entienden que se está en un lado, o en el otro. El que pega, gana, y el que no, pierde.
Ellos aún no asimilan los desvíos en el trayecto de la vida. Para ellos es recto y simple, o les resulta más fácil admitirlo así que a la complicada manera de los adultos.
Pero incluso para una persona mayor es difícil asimilar muchos retorcidos desvíos. Por ejemplo, que los abogados de oficio tengan que defender a criminales, o que los médicos tengan que curarlos, porque están sujetos a un juramento profesional en el que lidera la imparcialidad.
En el momento en que se desata una crisis en la que entran en juego todos los principios… ¿Sirven de algo tantos juramentos de imparcialidad, ya sea para un abogado de oficio, o para un médico? ¿Para un padre? ¿Para un niño que es atacado y vejado?
¿Quién es capaz de ignorar la terrible satisfacción que hace estremecer el cuerpo cuando Christian vapulea al matón de escuela con una bomba de inflar ruedas de bicicleta? ¿Quién no nota dentro el gusanillo de la venganza satisfecha? ¿Dónde va a parar la imparcialidad, dónde van los principios?
Christian quiere ser duro. No lloró siquiera en el funeral de su madre. Había una cosa que él no podía perdonarle a ella. Que se hubiera rendido, que no hubiera podido evitar la muerte.
Christian es el hijo de un mundo en el que eres débil si te rindes, si no respondes a las provocaciones con un golpe aún más fuerte, si no te temen. Tiene una mirada fiera y decidida, hermética como roca. Es extraño, pero yo comprendía la admiración de Elías, que está en el polo opuesto. Dócil, vulnerable, indefenso. Comprendía su atracción hacia el fuerte, la protección que brinda. Así como también su miedo, miedo porque Christian es la encarnación de lo que nos pone en conflicto interno, la lucha entre lo que es correcto hacer, y lo que uno quiere hacer en el fondo. Pero… ¿Es correcto permitir que Sofu continúe practicando el bullying, intimidando y amargando la vida a niños frágiles? ¿Es correcto dejar que siga campando a sus anchas? ¿Es correcto contárselo a papá y a mamá y a la directora para que todo acabe en una reprimenda, un ingenuo sermón moralista, un apretón de manos y que luego el matón de pacotilla siga haciendo de las suyas? Sí, es lo correcto, por lo visto.
Pero lo que uno quiere hacer de verdad es zurrarle la badana de lo lindo y que no pueda volver a plantar el culo en ninguna superficie.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Difícil dilema… Es obvio que las cosas entran en choque cuando nos conciernen directamente. Christian conoce muy bien su lado, el del ojo por ojo. Elías intenta ser leal al bando pacifista de su padre, un médico que debe tomar tremendas decisiones en mitad de la guerra y la violencia. Pero la lealtad flaquea al ver los resultados de una acción contundente…
Ya tendrá tiempo para aceptar que la valentía de su padre es de una índole incalculable, altruista, quizás absurda en esta mierda de mundo. Que tal vez se pierda en el vacío, incomprendida, aislada. Ya sentirá orgullo al captar que hay veces en que hay que reunir mucho más coraje para no golpear, que para hacerlo.
Eso es lo mejor que puede legarle Anton a su hijo.
¿O debería haberle enseñado a golpear dos veces?
¿Debería negarse a curar a los malvados?
¿De qué sirve un principio cuando uno de los escasos que lo mantienen eres tú y casi nadie lo aprecia?
¿Dónde está la línea entre el valor, y la cobardía?
¿Está en sentirte bien contigo mismo hagas lo que hagas? ¿En hacer lo correcto? ¿En hacer lo que te pide el cuerpo? ¿O en sentir que hagas lo que hagas siempre hay que pagar un precio?
¿O en descubrir que todavía quedan cosas buenas por hacer, que no todo es malo y podrido?
Que cada uno busque sus respuestas mientras vea este candente drama de Susanne Bier.
Óscar bien obtenido, por la perdida mirada de Christian, por la imperturbable rectitud de Anton, por hacer brillar el sol entre las nubes, y por hacerme sentir un poco más plena hoy.
En un mundo mejor, Christian sabría que no está solo, y Elías sería el rey de los valientes.
Ya tendrá tiempo para aceptar que la valentía de su padre es de una índole incalculable, altruista, quizás absurda en esta mierda de mundo. Que tal vez se pierda en el vacío, incomprendida, aislada. Ya sentirá orgullo al captar que hay veces en que hay que reunir mucho más coraje para no golpear, que para hacerlo.
Eso es lo mejor que puede legarle Anton a su hijo.
¿O debería haberle enseñado a golpear dos veces?
¿Debería negarse a curar a los malvados?
¿De qué sirve un principio cuando uno de los escasos que lo mantienen eres tú y casi nadie lo aprecia?
¿Dónde está la línea entre el valor, y la cobardía?
¿Está en sentirte bien contigo mismo hagas lo que hagas? ¿En hacer lo correcto? ¿En hacer lo que te pide el cuerpo? ¿O en sentir que hagas lo que hagas siempre hay que pagar un precio?
¿O en descubrir que todavía quedan cosas buenas por hacer, que no todo es malo y podrido?
Que cada uno busque sus respuestas mientras vea este candente drama de Susanne Bier.
Óscar bien obtenido, por la perdida mirada de Christian, por la imperturbable rectitud de Anton, por hacer brillar el sol entre las nubes, y por hacerme sentir un poco más plena hoy.
En un mundo mejor, Christian sabría que no está solo, y Elías sería el rey de los valientes.