Nigel Kneale, brillante guionista responsable entre otras de las dos excelentes continuaciones de “El experimento del Dr. Quatermass” (1955), escribió para la BBC este relato en el que no falta lo que más les gusta a los británicos: los misterios y las casas encantadas.

Un equipo de técnicos especialistas en sonido se instalan en una antigua mansión para estudiar las extrañas piedras con las que está construida. Una de las técnicas (Jane Asher) empieza a sentirse mal desde el primer momento en el que pisa el lugar, y descubre que en una de las habitaciones hay una inquietante presencia sobrenatural.

Estrenado en navidades, el telefilm de Peter Sasdy desarrolla la historia paulatinamente yendo de menos a más, calando poco a poco para crear así una intriga muy aceptable. Recuerda bastante al estilo de la factoría Hammer en cuanto al trasfondo de la historia y su tempo narrativo.

Su escaso presupuesto no es impedimento para crear una atmósfera acertadamente inquietante, con unos diálogos consistentes que enganchan al espectador desde la primera escena. A los no acostumbrados a este tipo de películas, en las que el verdadero terror está en lo que no se enseña, puede resultarle lenta o, incluso, aburrida.

Para ponérsela de noche con las luces apagadas.