Intratándose de un film cuya materia prima consiste en los hechos reales que se suscitaron en torno a los delitos cometidos por una pareja infanticida en la Inglaterra de los años 70, es sorprendente y gratificante que el mismo eluda, muy sabiamente, la morbidez de los antecedentes que lo motivaron y se enfoque en la peculiar relación que nace entre Lord Longford (Jim Broadbent), político connotado con ideas criminológicas modernas y humanistas, y Myra Hindley (Samantha Morton), la asesina que intenta obtener un indulto que revoque la cadena perpetua a la que ha sido condenada.

“Longford” es una película sincera y correcta que plantea cuestionamientos interesantes respecto de los papeles de la sociedad, el delincuente y los medios de comunicación con relación a un hecho que produce gran alarma social, y, además, se adentra en la esfera íntima de un hombre con mucha fe en Dios y en la capacidad del ser humano de enmendar sus errores si se arrepiente, amen de que representa un tour-de-force interpretativo para Jim Broadbent y Samantha Morton, quienes están espléndidos e inmejorables en sus respectivos roles, así como también vale la pena mencionar el meritorio trabajo de Lindsay Duncan y Andy Serkis en papeles secundarios.

Considero que “Longford” es una cinta fácil de recomendar, aunque es sencilla e indulgente, está bien hecha, tremendamente bien actuada y tiene algo qué decir.