Todos la critican, pero es una obra maestra que pocos pueden apreciar. Una obra solitaria, incomprendida y que es mucho más de lo que muestra.
Existe en ella un gran trasfondo socio-político-económico-cultural y hasta bio-psicológico que es sorprendente. La aspiradora, en términos semióticos, representa a la burguesía capitalista de las naciones primermundistas que poco a poco han absorvido a la papilla (tubbie-papilla, en este caso). Obvia analogía del pueblo reprimido -literalmente hecho papilla-.
Los mismo teletubbies no son más que seres trascendentales cuasi divinos que buscan un futuro repleto de justicia social y conejitos caminando por la pradera (analogía clara de la libertad). Los micrófonos ("Hora de los Teletubbies / Hora de los Teletubbies / ¿A dónde fueron los Teletubbies?") son una reminiscencia del control del Estado moderno sobre los seres desprovistos de habla (por eso, el famoso "hoa", "ota e'", etc.).
Si hablamos de los elementos de cada uno de ellos, la cartera fucsia de Tinki Winky y su tutú nos hablan del poder de la homosexualidad en los tiempos actuales y de sus derechos como minoría social.

OBRA MAESTRA

La trama no es el problema. De hecho, siempre quise ver una telenovela donde la heroína sea, justamente, una mujer extremadamente malvada y sensual.
El problema es el reparto. Juana Viale, pese a sus seguidos intentos de dedicarse a la actuación, no puede con ello. Es hora de que lo acepte (aunque sería muy difícil puesto que su séquito de amigos y/o chupamedias deben estar todo el tiempo adulándola "Ay, sos tan buena actriz!"). Viale es mala, muy mala. Le llaman la malparida... y con razón.
Heredia es otro mamotreto. Que está bueno, está bueno (eso nadie lo niega). Pero es tan duro y básico que no lo puedo soportar actuando más de dos minutos.

Selva Alemán hace un buen papel, Taibo es como que pasa desapercibido (siempre actúa de la misma manera) y el resto del elenco es mediocre.
La trama (no la vi toda, pero presenciar la primera semana y las publicidades me bastó para opinar) se cae con los días, cayendo siempre en muertes sangrientas por parte de la protagonista.

Una telenovela floja, tirando a mala.

Como si no hubiese bastado con la mega-sonrisa de Florencia Bertotti en todas las tazas, mochilas, cartucheras, tapas de inodoros y demás objetos que cualquier ser humano puede usar, la carismática y cachetona actriz decidió volver a la televisión con un personaje sumamente diferente al que la hizo hiper-conocida por toda Latinoamérica. Un personaje que la aleje totalmente del esterotipo que creó, que la marque como una actriz versátil que pueda funcionar como una excelente comediante así como una actriz dramática. Por si no te diste cuenta, todo fue una gran ironía.

La historia es más de lo mismo, los personajes son figurita más que repetida, las canciones son totalmente iguales a todas las anteriores. En definitiva, Niní es la tercera temporada de Floricienta. Con una Bertotti menos adorable y problemas judiciales con su ex-patrona de por medio.

Una lástima.

Narciso Ibáñez Serrador, nacido en Uruguay en 1935, realizó en 1976 uno de los clásicos del cine de terror español. Basado en la novela El juego de los niños de Juan José Plans, el film atrapa desde el comienzo provocando constante tensión, incertidumbre y angustia.
Un matrimonio británico (o estadounidense, nunca se aclara) decide pasar los últimos días de su luna de miel en una paradisíaca isla: Almanzora (no "Almánzora"). No bien llegar al lugar, se percatan que algo raro está sucediendo. No hay rastros de adultos en toda la isla. Solo niños. El bar y el hotel están desiertos. Solo hay niños. Niños que juegan, ríen y no responden a las preguntas de Tom y Evelyn. Niños que han matado a todos los adultos de la isla y que pretenden hacer lo mismo con el matrimonio recién llegado.
La terrorífica banda sonora a cargo de Waldo de los Ríos sumada a escenas de verdadero suspenso, y también de cierto terror, componen una obra interesante; un thriller psicológico que ahonda profundo en la cuestión moral -tan apropiada para estos días- sobre el castigo del adulto hacia el niño asesino (léase ahora, menor infractor). El crudo prólogo de la película, que se intercala con los créditos, nos da la respuesta de toda la cuestión: la verdadera maldad del mundo adulto ante los seres más indefensos del mundo: los niños. Fuertes imágenes -reales- del campo de concentración en Auschwitz, de la guerra indo‑pakistaní, de Corea, de Vietnam y de Biafra, acompañadas por un locutor que señala la cantidad de víctimas infantiles. Números e imágenes de niños desnutridos o mutilados que lo dejan a uno sin palabras. Así entendemos lo que estará por venir: los niños tienen motivos suficientes para "vengarse" de los adultos.
Ocho años antes de que Fritz Kiersch hiciera lo suyo con la insulsa Los Niños del Maíz (1984), el genio del terror español Ibáñez Serrador lleva a cabo un film inquietante. Una alegoría del mundo futuro.
Un día las verdaderas víctimas de la locura adulta se podrían vengar con la misma violencia y maldad con que lo han hecho otras generaciones. ¡Ahora mismo lo están haciendo! Basta ver cinco minutos de Telenoche para darse cuenta.
Al fin y al cabo, nadie podría pararlos porque... ¿quién puede matar a un niño?

Crepúsculo... oí hablar de esta película hace un tiempo. Al principio pensé: "vuelve el curro de las sagas", al mejor estilo Harry Potter. Mi antipatía se completó cuando ví a los 'fans' locales en el estreno: chicos y -principalmente- chicas emo (¿viven?), esos 'frikies' fanáticos de Evanescense y visitantes asiduos al Montevideo Comics.

Es verdad. No es nada original, ni una obra maestra de la literatura ni el cine. También es verdad que por momentos es sumamente empalagoso, idílico, poco creíble y predecible. ¿Pero qué tiene Crepúsculo que atrae tanto? Simplemente, ese inexplicable sentir amoroso que despierta en no todos los mortales. Sólo algunos sensibleros (como yo, lo reconozco) y sobre todo sensibleras, se dejan llevar por el amor imposible que tantas veces hemos visto en todos los medios habidos y por haber. Ya estaba todo hecho: la pobre con el rico, la fea con el lindo, la blanca con el negro (véase "Adivina quién viene a cenar esta noche"), la gorda con el flaco (véase "Mi Gorda Bella"), la musulmana con el brasilero, la bruja con el humano (véase "Hechizada")... pero faltaba algo: la humana con el vampiro.

Tal cual el libro, no es ni mejor ni peor. Aunque tiene varios puntos que la debilitan, el resultado no es catastrófico. Repito que no se compara con la maravillosa saga de Harry Potter.
Las actuaciones son regulares, tirando a malas. Kristen Stewart (Bella) parece que estuviera oliendo caca toda la película, su expresión es exageradamente incómoda y su actuación en general, deficiente. Él hace un muy buen trabajo (salvando la pareja). La banda sonora es buena, (destaco "Bella's lullaby" y la canción del comienzo); efectos especiales regulares; el maquillaje es vergonzoso; los diálogos son fieles al libro -si el libro resulta cursi y/o ridícula, la película también- y la acción es medida, al igual que el libro. Destaco la hermosa fotografía de algunas escenas.

Crepúsculo no es una película de vampiros. No esperen ver sangre y acción al extremo. Es una película de amor, y como tal se nutre de otros elementos, en este caso, el imposible romance entre vampiro-humana.
Hay mucho para corregir, pero la intención no es mala. Es comprensible que aburra a aquellos no iniciados, ya que verán en ella a un pálido 'pintón' y a una escuálida insulsa diciéndose frasesitas adolescentes entre un confuso enredo vampírico.
Pero para quienes leyeron el libro y vivieron la historia de Bella como la propia (aún conociendo su imposibilidad), es disfrutable y atrayente. Es un extraño suceso. Tal vez entendible con una palabrita mágica: marketing.