En efecto, "Couch" es una auténtica basura. Lo que no acabo de comprender es por qué la gente lo ataca con tanta saña, cuando, a mis ojos, el film es un simple "bait". Probablemente fue grabado en algún momento de descanso mientras Anderson y Sandler preparaban Punch-Drunk Love. Estoy seguro de que no fue más que una tontería que grabaron para pasar el rato a la cual siguió el eternamente humano "¿a que no hay huevos de...?". Y así acabó comercializándose. Para reírse de mí, de ti y del mundo en general.

Frequencies se trata de una película complicada de valorar. Cuenta con muchos puntos a su favor, pero,en ocasiones, estos mismos alicientes se enredan y tropiezan entre ellos de la misma manera que se enredan los cables de los auriculares mientras no miramos.

La acción se sitúa en un ucrónico mundo en el cual todo el mundo (al menos hasta donde podemos ver) es catalogado según su "frecuencia". En ningún momento se llega a delimitar del todo cual es el origen de éstas ondas ,y en un determinado momento incluso se llega a mencionar el término "alma", para mayor confusión del espectador. Lo que queda apuntado de forma diáfana es que el nivel de las frecuencias se corresponde al nivel de sincronización que la persona de origen tiene con el mundo. A mayor frecuencia, más "suertudo" eres, y a menor frecuencia, más probabilidades hay de que la pifies en todo lo que emprendas. Por supuesto, no todo es tan maravilloso como parece, ya que el tener una alta frecuencia acarrea una proporcional caída de tus habilidades inter e intrapersonales. He aquí el quid del asunto, lo que dará juego al resto de la película: Los protagonistas serán un chaval con una frecuencia negativa y una niña prodigio con una frecuencia tan terriblemente alta que le proporciona las capacidades empáticas de un atún. A este dúo se le unirá una tercera pieza, otro niño que ayudará al pobre "low-frequency" a abrirse camino. En mi opinión éste último es un personaje muy clave en la película, y quizá por querer darle un aire de mayor misterio su evolución resulta algo menos natural que la del resto. De hecho el personaje está pensado para esa clase de cambio, pero incluso así este resulta un tanto brusco.

Un apunte que me resultó interesante es el planteamiento del orden de narración, dado que el director optó por seguir una curiosa mezcla de planos secuenciales y no lineales. Empieza de forma natural, para, llegado a un determinado momento, volver atrás punto por punto y deshilar la trama de la película para brindar al espectador la oportunidad de comprender lo que ocurrió hace unos minutos. En ese sentido, asimismo como en la fotografía y la dirección musical, la cadena de opciones me pareció correcta y placentera.

Como dije al empezar la crítica, se trata de una obra de complicada valoración que en ocasiones llega a tropezarse con su propio afán de complejidad. Hay algunos cabos sueltos y ciertas afirmaciones que parecen contradecirse, pero ni me parecen lo suficientemente importantes como para alterar el resultado del producto ni soy la clase de persona que se escandalice por este tipo de imperfecciones, siempre y cuando no sea una gambada garrafal, claro está. Para mi gusto el mayor problema con el que nos podemos encontrar es que "Frequencies" abre un GRAN abanico de debates (¿se nace o se hace? ¿es la tecnología un apoyo o un síntoma de la decadencia social y su falta de empatía? ¿tenemos realmente poder de elección alguno?) pero no se pronuncia al respecto, sino que pasa olímpicamente del tema. Y esto es un arma de doble filo, ya que aunque la separa de otras obras de sci-fi más convencionales y le da un aire más enigmático y "kitsch" también le resta firmeza y resolución.

Los contornos de las gigantescas formaciones rocosas se dibujan sobre un azul enigmático y abisal. Entre los vastos promontorios de la tundra se extienden infinidad de lagos, pero bajo sus congeladas aguas no se esconde Leviatán alguno. Éste es un monstruo marino, inhumano y destructor, frecuentemente vinculado con el demonio. Pero en el pedazo ruso del Mar de Barents, el ente del que hablamos no necesita de agua para impregnarse en lo tangible y destruirlo.

El Leviatán es la codicia visceral y la injusticia. El Leviatán es el desamparo y la ausencia de calor. El Leviatán es nuestra progenie y nuestro génesis. El Leviatán es Dios.

Zvyagintsev, con una suma reverencia de la forma y un exquisito cuidado de los detalles nos lleva a un lugar donde reina la vileza y los justos no son recompensados por su entereza. Nos brinda así un cuadro de nuestro mundo terrenal, de nuestra única realidad conocida, una realidad en la que los golpes -generalmente bajos- dejan marca y benefician a aquel que los propina con perversa astucia y convicción. Es una historia que produce una profunda desazón, y es que, como en la vida misma, hay momentos en los que uno no se puede agarrar ni a un clavo ardido en mil infiernos para evitar el abismo.

Los códigos y las leyes son armas desprovistas de utilidad alguna cuando uno se enfrenta a un monstruo de esta magnitud. En medio de la desolación, cuando Él venga, y en su envoltura prismática de un azul extinguido e intenso se cierna sobre ti; tenlo por seguro, caerás.

Tal cual. La idea es realmente original, y podría dar mucho juego, pero la realización es pésima. Podría haber sido una película de ciencia ficción de referencia, pero todo ese conjunto de acción innecesaria junto a la selección de los actores y a los deplorables diálogos la convierten en un trabajo audiovisual destinado al entretenimiento puntual.