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Reino Unido Reino Unido · Manchester
Críticas de jazzman
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Críticas 22
Críticas ordenadas por utilidad
9
1 de marzo de 2007
38 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicen algunos que la Venus de Velázquez no es una diosa, si bien su figura es angelical, su cara, para muchos pintores imposible de pintar por su belleza, aparece reflejada en un espejo difuminada y no muy agraciada. Sin embargo, si que representa a lo mismo: el amor, el deseo y el placer sexual, todo ello suavizado con una bella silueta y una sonrisa inocente en la cara. Para un hombre de 74 años, conocer a una Venus puede suponer el último placer que la vida le depare, la confirmación que ya ha vivido todo lo que tenía que vivir, y es momento de recapitular.

Y es cierto, esa Venus no es ninguna diosa, es una adolescente que no sabe qué rumbo tomar en su vida, le gusta la comida basura y tiene una grave tendencia a las relaciones sentimentales autodestrictivas. Pero todo eso no importa si lo que le proporciona a un viejo entrado en años son ratos de placer y dulce compañía. Porque a veces, dos mundos totalmente distintos pueden llevarse bien, puede que una persona necesite lo que la otra le puede proporcionar y viceversa, y a veces la conjunción puede ser perfecta.

Y todo eso sirve como excusa para el verdadero propósito de esta película: la negación de una persona a la muerte. El ser humano está creado para vivir, y nos aferramos al más mínimo rayo de esperanza para seguir viviendo. Necesitamos sentirnos vivos, y eso es lo que el protagonista, un gran Peter O'Toole, continuamente intenta, bien sea por acariciar la mano de su Venus particular, besarle el cuello, o comprarle un capricho. La cuestión es sentir que hace feliz a alguien, y que por tanto sirve para algo.

Sin embargo, en su particular odisea, el protagonista no está solo, tiene a su maniático amigo, interpretado de manera magistral por Leslie Phillips, que agarrado de sus brazos interpretan una de las mejores escenas de la película bailando un vals en la iglesia de Convent Garden. Todo un canto a la vida y a la amistad.

Excelente dirección, que junto con su banda sonora, nos conducen por esos vaivenes propios de las relaciones antinaturales, de esos impulsos del que a base de golpes sobre la mesa se niega a morir, o de esos amigos que están en los malos momentos pero que a veces nos dicen las cosas a la cara a pesar de no nos sienta bien. Todo ello con un Londres visto con unos ojos bien distintos a los de Notting Hill, pero sin dejar a un lado toda esa belleza y originalidad que le caracteriza.

En definitiva, un viaje a amores imposibles, a relaciones anormales pero estimulantes, y a amistades que duran toda la vida. Un canto al amor, a la amistad y a la vida.
jazzman
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10
9 de marzo de 2006
19 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Eso es lo que principalmente se aprende de esta sublime película. ¿Por qué reaccionamos ante los abatares de la vida de esa u otra manera? ¿Por qué es mi vecino o amigo/a tan extraño? Nunca sabemos que esconde cada uno en su interior hasta que por casualidades de la vida, lo descubrimos. Isabel Coixet sabe plasmar con una poesía y maestría sin igual los dolores pasados que perturban nuestras personalidades y que nos hacen reaccionar de forma tan distinta. "Mi vida sin mí" fue una maravilla, pero creo que en esta se supera. ¿Aleccionadora? y por qué no, ¿no necesitamos de vez en cuando lecciones para comprender y entender mejor al que está a nuestro lado? Personalmente, me encantaría que lecciones tan magistrales y tan bien llevadas me las dieran más a menudo. Por cierto, Tim Robbins resulta conmovedor a un grado que anteriormente no se lo había descubierto. Y en cuanto al personaje de Javier Cámara, creo que es un canto de optimismo (cocinero que intenta innovar con sus platos, a pesar del rechazo de los demás) dentro de un mundo a punto de irse a pique (la plataforma petrolífera), ¿que más dá si los demás no nos hacen caso? Lo importante es ser felices. Gracias Isabel, será difícil que te superes.
jazzman
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8
28 de mayo de 2007
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Virgil era un joven tímido, agradable y culto, pero que se sentía agraviado por la autoridad que ejercen sobre él. Pronto comienza una vida de fechorías, robando máquinas vendedoras de chicle.

Y es que ser ladrón no es fácil, tras una infancia traumática e incomprendida, Virgil no tiene más remedio que verse impulsado a robar maquinas de chicle, un delito penado en por lo menos... un par de estados. Ahí da comienzo una vida de delincuencia y en permanente huida. Tras fracasar en varios trabajos (tocando el violonchelo en una orquesta cargando con el instrumento, por ejemplo) entendió que lo suyo era robar... o no?

Entre el falso documental (genial las declaraciones de los padres con máscaras de gafas y bigotes para que no los reconozcan), la ficción y la sucesión de sketches, el genial Woody Allen, firma una más que notable ópera prima. Con medios artesanales, y sin apenas experiencia, se vale de referentes en el cine como Chaplin, Keaton o Billy Wilder para combinarlos con diálogos destornillantes y abstractos que más tarde le harían famoso y sería un sello inconfundible de su estilo. Un estilo que también se hace evidente en el apartado visual, dotando a cada fotograma un aspecto casi personal, que más tarde también desarrollaría con más madurez.

Si bien, en contra tiene que su trama padece de una carencia total de dramatismo y/o trascendicia, quedando ante nosotros sencillamente una hora y media de risas, plagadas de situaciones graciosas o simpáticas, que no pasaran a la historia. Aunque quizás ese no era el objetivo del director, cuando (inevitablemente) lo comparamos con otras comedias posteriores, nos encontramos que con el tiempo supo desarrollar tramas muy bien logradas con diálogos y situaciones irrisorias (Veáse "Misterioso asesinato en Manhattan").

Y es que el genio se estaba entrenando a la espera de lo que serían grandes obras maestras y que lo convertirían en uno de los mejores cineastas de la historia (por lo menos para mí). Porque cuando uno es un ladrón fracasado, lo única esperanza es correr, correr, correr... y aver qué pasa.
jazzman
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9
9 de marzo de 2006
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Syriana es una película inquietante, enrevesada y abstracta, y es ahí donde radica su verdadera belleza. No es convencional en el planteamiento, ni siquiera en la manera de afrontar los hechos, pero no deja de ser desgarradora, dolorosamente real y tremendamente impactante. No esta hecha para los que se sientan en una butaca y esperan que se lo den todo mascadito, hay que relacionar hechos, nombres, acontecimientos que se mencionan de pasada, por lo que es preciso estar atento a todo y cada uno de los diálogos (porque ninguno tiene desperdicio) y a las reacciones de sus protagonistas. Nos muestra la realidad tal y cual es, teniendo una gran sensibilidad con el espectador no jugando demasiado con nuestras emociones. El papel de George Clooney, quizás no sea el mejor de su vida, pero cumple con el cometido de persona inquietante y perturbada que se le proponía, incontestable. La película es una auténtica obra de arte en su planteamiento y ejecución, y no deja indiferente a nadie. No se la pierdan.
jazzman
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8
16 de mayo de 2007
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para alguien cómo Edith Piaf la vida es muy sencilla, sólo consiste en hacer punto y cantar, todo lo demás sobra. ¿Para qué más si eso la hace feliz? Para alguien que ha encontrado en el cantar el refugio perfecto a sus más profundas decepciones, el medio ideal de expresar sus emociones (aunque en realidad no fueran suyas), y sobretodo la forma en la que permancer con vida en medio de un mundo hostil y desangelado, eso es más que suficiente.

Siendo lo que es, un biopic al uso, no se podía esperar mucho de esta película, aunque en cierta forma se aleja de lo corriente. Con un comienzo de lo más cercano al telefilm, el director nos va introduciendo en el universo particular de "la niña Piaf" ("La môme piaf" o "La môme" a secas), contándonos sus humildes y devastadores orígenes, pasando por su juventud entre circos ambulantes y clubs de París dónde la música sonaba de fondo y servía para ahogar los gritos del gentío.

Sin embargo, la película evoluciona al compás de la protagonista, a medida que Edith gana fama y en toda su apariencia se vuelve más sofisticada (aunque en el interior siga siendo una chabacana) la película se torna más clara, más nítida y sus imágenes intentan expresar algo. Algo que no se sabe muy bien qué, pero que por lo menos demuestra buenas intenciones, incluso en alguna que otra ocasión logra emocionar, esa escena con ella en el escenario actuando dónde tan sólo suena la música es de lo más conmovedor, en una película que se supone debe emocionar de principio a fin. Aún así, uno logra simpatizar con la protagonista, sin caer en la divinización (algo difícil tratándose del país galo), llegamos a excusar sus excentricidades e incluso a reirnos con sus salidas de tono, y es que en el fondo todos somos humanos y el conocer los orígenes de alguien nos hace ponernos más en su lugar.

Marion Cotillard está tremenda en su papel, nunca vi a Edith Piaf en persona, pero si la viera estaría viendo a ésta actriz. Tanto por su caracterización física, por su forma de moverse y de andar e incluso por los gestos en la cara, desvelan que nos encontramos ante una actriz que puede darnos muchas alegrías de aquí en adelante, eso si deja a un lado proyectos como 'Un buen año' claro.

Pero la verdadera protagonista es la música de Edith, suena, y vaya si suena, sus canciones llegan directas al corazón, su evolución como cantante es perceptible, volviéndose su pronunciación más clara y entendible después de su 'affair' con un profesor. Un festín para nuestro paladar auditivo.

Por lo tanto, una película disfrutable con los sentidos y a pesar de su larga duración, interesante en su desarrollo. Porque como decíamos al principio, lo de Edith Piaf tiene mérito, transformó una vida complicada en algo muy sencillo: cantar y hacer punto. Y es que a veces la felicidad está en las pequeñas cosas, o no tan pequeñas...
jazzman
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