No hay muchas oportunidades para ver cine alemán del período nazi, pero podemos imaginarnos que la producción debió ser copiosa y la calidad alta, teniendo en cuenta los medios y la solidez tradicional de la cinematografía alemana, fundacional donde las haya.
Esta película es un buen ejemplo. Estupendamente narrada, y muy bien interpretada, destacando el actor protagonista, Otto Gebuhr, que a lo largo de su carrera cinematográfica interpretó a Federico el Grande unas cuantas veces, incluso en la época muda del cine.
Se ve con gran placer e interés. Grandes movimientos de masas en batalla, a resaltar las escenas de caballería, y también muy buen equilibrio entre la gran y la pequeña historia.
Siendo una película de 1942 cuenta con una carga propagandística obvia aunque no chabacana. No olvidemos que el alemán era uno de los pueblos, cinematográficamente hablando, más sofisticados de la época. No valía cualquier cosa.

Es significativo que después de tantos años aún no tengamos fácil acceso a un documental-documento de esta categoría.
Después de asistir a innumerables películas "de denuncia" y documentales "objetivos" sobre la guerra del Vietnam llega éste, de casi dos horas, que hace que tomemos conciencia del vacío testimonial que en occidente hay del lado que ganó la guerra, el de los vietnamitas.
Alucinante la normalidad de la vida cotidiana y la dignidad bajo el horror: el trabajo en el campo, las escuelas, los hospitales, el arte, el amor, el humor... todo continúa bajo la rutina incesante de los aviones a reacción y las bombas, cuyo ruido de fondo casi no se detiene a lo largo del testimonio documental. Todo, absolutamente todo, está al servicio de la futura victoria. El documental es la mejor respuesta que hasta el momento he podido ver a esa pregunta que sobre la guerra del Vietnam todos nos hemos hecho alguna vez: ¿cómo demonios pudieron vencer?

Filmado en blanco y negro, sigue la vida y la rutina de una aldea vietnamita que podemos imaginar igual a muchas otras en aquel momento álgido de la guerra. Hablan los campesinos, los soldados, los dirigentes, los niños... vemos como se organizan, la enorme potencia de la creatividad popular orientada a vencer a un enemigo formidable, de como con las piezas de los aviones derribados y las bombas que no explotaron arreglan bicicletas, fabrican imprentillas...

Imperdible si estás interesado en una versión contemporánea de David y Goliat.