La primera temporada nos acerca una serie novedosa en su planteamiento. Se nos presentan Superhéroes humanizados siguiendo el legado del bueno de Miller o de Moore. Una trama enigmática bañada por un trasfondo de puro comic. Pero ya entonces pierde un poco de fuelle conforme avanza en su línea argumental. Aún así, el balance de esta primera temporada es harto positivo.

La segunda es a todas luces un despropósito. Castigados por la huelga de guionistas, estos Héroes se enfrentan a un nuevo personaje tan insulso como decepcionante. Las tramas paralelas son pobres e inquietantemente aburridas. El desarrollo de los personajes se vuelve plano, predecible y forzado.

A ver si la tercera temporada consigue remontar el vuelo...

Cuando un sub producto de este calibre arranca tantas críticas positivas, en mi sillón me enciendo un cigarrillo, me abro una cerveza y tras pegarle un largo y sentido sorbo, pienso: lástima que haya dejado de fumar.

El principal fallo de esta película es que no tiene argumento. No es una forma de hablar. El largometraje se limita a encadenar una serie de situaciones en las que irrumpen arbitrariamente los personajes que todos deseábamos ver en las mismas situaciones que ya habíamos visto los que hemos jugado al videojuego. Si algo tiene el videojuego es una historia muy buena, personajes interesantes por su fondo, no por su forma, y una banda sonora sin parangón. Esta película tiene una animación muy buena. Su banda sonora está a la altura de su no-argumento y se obvia toda la historia y toda la relación entre los personajes.

Y en un ejercicio de negación y de autocomplacencia, con los ojos bañados en lágrimas y apartando la cinta con la puntita del pie para que no caiga en manos de cualquier novato, entre vacua verborrea y puntuales esputos de nostalgia, los fans mas fans la exalzan por lo que debió haber sido y por todo lo que hay detrás. El mérito de este ejercicio de mediocridad narrativa es único y exclusivo del videojuego.

A toda esa horda de críticas que avisan "solo para fans", "por y para fans", "o has jugado al videojuego o no entenderás un mojón", etc etc... a todas ellas les diré que yo lloré con la muerte de Aeris, conseguí el chocobo dorado y recorrí el mapamundi montado sobre su lomo durante horas por puro placer, compartí la frustración de Cid, los celos de Tiffa (y sus tetas), la búsqueda de Nanaki y por supuesto el tormento de Sephiroth... y a pesar de todo ello, esta película no consigue rememorar en mí ninguno de esos antiguos sentimientos.

Eli es un tipo sencillo que lo tiene todo. Es algo así como el Maverik de los abogados. Su prometida es una rubia de infarto que también es abogada. En el buffet donde trabaja todas sus compañeras parecen sacadas de un catálogo de lencería femenina, menos la asistenta que es la típica afroamericana rellena y madura y con caracter. Se llama Patti y le gusta picar al bueno de Eli, pero se quieren. Se quieren mucho. Son uña y roña. El jefe, que resulta ser el padre de su prometida, es un tiburón. Un tipo recto y duro que todo lo hace bien. Pero no termina aquí la cosa. Su guía espiritual es un acupunturista oriental que permite que Eli entre y salga de su tienda siempre que quiera, porque él está ahí para resolver los problemas de Eli.

Podría parecer que los guionistas hubiesen metido la mano en el saco de típicos tópicos para construir el mundillo de Eli Stone.

El caso es que todo en la vida de Eli va mejor que bien, cuando de repente ve a George Michael bailando sobre la mesa de su salón. Y a partir de entonces todo empieza a desmoronarse con prudencia y Eli se convierte en un egocéntrico quejica cansino con visiones. Pero tiene sus momentos divertidos. No es mal tipo del todo.

El diálogo es no obstante bueno. Los primeros capítulos auguran monotonía pero nada más lejos, pues el guión avanza con sus pequeños giros y sus vaivenes de personajes. Y los delirios-musicales son realmente una gozada.

¿Es Eli Stone una serie original? Definitiva y rotundamente no. Su estructura es típica. Sus personajes son típicos. Incluso su planteamiento recuerda mucho al "Sigo como dios" del siempre genial Steve Carell.

Pero a pesar de todo, es altamente entretenida. Los primeros 8 capítulos los vi en tres dias. Y al terminar la primera temporada me quede con ganas de más, de mucho más. Hasta creo que el bueno de Eli ha terminado por caerme bien. En resumidas cuentas, la que nos ocupa es una buena serie digna de ser vista.

Ver la serie entera me llevó un par de días. El primer capítulo me enganchó y hasta el último capítulo consiguió mantener su ritmo absorbente. Pero no obstante y en mi humilde opinión que no es otra que la que expreso, esta teleserie arrastra demasiados clichés hollywoodienses. Nunca alcanzará el olimpo de las series. Al menos en el mio tiene las puertas cerradas.

Californication es el típico ejemplo de cordero con piel de lobo. El protagonista es Hank. Un escritor maldito que bebe, fuma, consume drogas y practica el sexo con las mujeres más hermosas de Los Angeles. Su hija lo adora. Su ex novia lo adora. Sus amigos lo adoran. Todo el mundo parece adorar a Hank. Maldita sea, hasta yo adoro a Hank. Además tiene un descapotable, el dinero parece lloverle del cielo y le sientan muy bien las gafas de sol.

El diálogo es muy bueno. Ácido, irreverente, inteligente y mordaz dicen los que entienden. Y yo estoy de acuerdo. La trama tampoco está mal. Pero aunque Hank abrace con vehemencia la sombra de Henry Chinaski, sus mundos son muy distintos. Hank vive rodeado por un aura de glamour que hiere de muerte la credibilidad de la historia que se cuenta. De borracho a borracho Hank, no me lo creo.

Pero como cuento es muy entretenido y altamente recomendable.