Una película interesante y entretenida (dos características imprescindibles que no había encontrado aún en otras obras de este director), pero de visionado casi imposible a causa del más que pésimo trabajo de Martínez de San Mateo (sonido directo) y de Sonora Producciones (posproducción de sonido). Me arriesgo a decir que es la peor experiencia de sonido que he tenido en el cine.

En 16mm., blanco y negro y con presupuesto cero, podría haber sido una bizarra comedia involuntaria de culto. Pero con estas pretensiones "netflixianas" queda esto: el ridículo. Y para peor, una vez más, una actriz casi desconocida asume un rol protagónico sin contar con los mínimos recursos para hacerlo: ni siquiera se entiende lo que dice.

Un hombre resentido, que maltrata a sus padres, que no dice gracias a nadie, que no tiene iniciativa alguna, pone toda la responsabilidad de su desgracia en los demás: La argentinidad al palo.
Pepe Soriano, sobreactuado y melodramático como nunca.

¿Se puede creer que tantas personas, que estén en su sano juicio, no se den cuenta de que el encargado está simulando todo el tiempo? Es tan obvia la actuación del actor protagónico haciendo el "loquito"... Completamente inverosímil. En "Competencia oficial" pasa algo parecido: las escenas de los personajes de Martínez y Banderas mintiendo son patéticas; desde la primera palabra se percibe que no es verdad lo que cuentan. Pero bueno, esta es otra "canchereada" de "el dúo de genios mimados", que supieron ser muy interesantes en las primeras películas, antes de que se les subiera la soberbia a la cabeza.