Voy a empezar esta crítica con la conclusión, así, directamente. "Call me by your name" es una de las mejores películas que he visto en mi vida. Es una película que me ha calado hasta lo más profundo, que me tiene incluso algo obsesionado. Creo que es una de esas obras de arte que va a perdurar en el tiempo. En definitiva, una obra perfecta, un clásico.
Y es que me ha pasado algo extraño con esta película, algo que no me había pasado nunca. Me he enamorado de ella, aunque no a primera vista. Es curioso, pero me ha sucedido lo mismo que le ocurre a Elio con Oliver. Me explico...
spoiler:
Al comienzo de la película, Elio observa con recelo a Oliver, pero poco a poco se va enamorando irremediablemente de él. La primera vez que vi "Call me by your name" no me impresionó tanto; me pareció una bonita película, pero había cosas en ella que me irritaban un poco. De igual modo que al principio a Elio le irrita el carácter tan confiado, rozando lo soberbio, de Oliver, en mi primer visionado me resultó una película por momentos pedante e impostada. Oímos a los personajes hablar en inglés, francés, italiano o alemán, reflexionar sobre la filosofía de Heráclito o Heidegger, admirar las características de la escultura de Praxíteles, discutir sobre qué versión haría Liszt o Busoni de una pieza de Bach... En el momento de máxima irritación entre los personajes de Elio y Oliver, éste último le dice al primero: "just don't play at being a good host", esto es, "no juegues a ser un buen anfitrión". Del mismo modo, yo pensaba de la película: "no juegues a impresionarme con ese alarde de cultura".
Pero, tras toda esta capa cultureta, de repente llegan "las cosas que importan" ("things that matter"), como dice Elio. Y ahí es donde la película se vuelve formidable, y donde cobra sentido todo lo anterior. Elio es políglota, sabe de música, arte, historia... Pero la llegada de Oliver le hace darse cuenta de que realmente no sabe nada de las cosas que importan, esto es, del amor, de su propia sexualidad, de cómo gestionar los sentimientos que Oliver ha despertado en él. Cuando los personajes se quitan el caparazón y comienzan a hablar de esas cosas (a veces sin necesidad de palabras, sino con el lenguaje del cuerpo) es cuando "Call me by your name" alcanza una profundidad y belleza que pocas veces he contemplado en el cine. Así de rotundo.
He visto la película varias veces, y como las buenas obras de arte, cada vez me gusta más. Cada escena me parece medida y necesaria, aun las que a primera vista pueden resultar más tediosas, aburridas o innecesarias. Nada es gratuito en esta joya cinematográfica. Todo nos conduce a uno de los finales más sobrecogedores que recuerdo. Pero, aunque es evidente que este final con Elio en un primer plano mantenido durante varios minutos quedará para la historia, he de decir que todo el camino hasta llegar a ese punto es igualmente una pura maravilla. Uno llega a creer que no esta viendo una película, sino siendo testigo privilegiado de un trozo de vida de unos personajes. Y esto no sería posible sin unas interpretaciones sublimes. Especialmente la de Timothée Chalamet en el papel de Elio, una actuación memorable por su naturalidad y perfección. Sí, perfección. Durante la última vez que he visto la película me reté a mí mismo a encontrar algún detalle en su interpretación que no me gustara, algún gesto sobreactuado, alguna frase fuera de tono (por supuesto, atendiendo a la versión original, recomendable como pocas veces), y no lo he logrado. Es más, con este ejercicio sólo me he reafirmado en la convicción de que estamos ante un auténtico prodigio, capaz de dotar de veracidad a todas las emociones que uno pueda imaginar. Habrá que estar atentos a la carrera de este joven actor.
"Call me by your name" es una película sobre el amor, sobre el proceso de enamorarse, y con ello ha logrado enamorarnos a muchos espectadores.