La película trata de una mujer (Begoña) cuya hambrina sexual es inagotable, y que por satisfacerla llega a rebajarse física y éticamente, ya que pierde cualquier sentimiento afectivo; sólo quiere más y más sexo, llegando a prácticas absolutamente irracionales.
Aparentemente, Aranda pretendió criticar las rigideces y estrecheces oscurantistas del Opus Dei y las limitaciones de la moral burguesa (que se opone directa y a veces indirectamente a la liberación sexual). Consiguió (en mi opinión) todo lo contrario, porque llegó a tal extremo que mostró lo más denigrante, ridículo y asqueroso del sexo en sí; muchas de esas ridiculeces fueron "inventos" patéticos del director. De esta manera logró mostrar al acto sexual como algo repugnante. Y ni hablar del oculto mensaje machista que hay en mostrar a la mujer como una imbécil capaz de entregarse a cualquier cosa.
De ésto saco la conclusión de que el impúdico Aranda fue indirectamente adverso a la liberación sexual.

La película tiene una excelente ambientación histórica. Para mí, la mejor actuación es la de Tim Roth, actor que no se parece físicamente a Cromwell, pero que interpreta a la perfección a uno de los primeros exponentes de las revoluciones burgesas; personaje austero, tenaz e incorruptible. Tal vez un lejano antepasado de Robespierre en práctica y metodología política que, al igual que otros, demostró que no hay revolución sin violencia.
La otra gran interpretación, en menor medida, es la del que interpreta a Carlos I; la de Dougray Scott es más o menos pasable.