Exótico, fresco y alocado drama romántico estadounidense indie que se zambulle en un tobogán de sexo, drogas y rock and roll, enmarcado por tristes intentos fracasados. Posee un elenco atractivo y simbiótico, con perlitas como las apariciones de Nick Nolte, Rosanna Arquette y un cameo a Iggy Pop.
El debutante director y guionista Jake Hoffman (hijo de Dustin Hoffman) consigue crear una atmósfera porrera y divagante que deambula entre el arte, el rock, el amor y una locura poco sostenida por metas y logros, al mejor estilo de los chicos bien con horizontes lisérgicamente encorcetados.
La historia se mete en la vida de Gus (Benedict Samuel), un joven que transita la vida como se lo hiciera montado en la nube la de creatividad y la libertad. Amante del rock, se pasa buena parte de sus días drogado y sin saber muy bien para qué está en este mundo.
Disociado de su coqueta y poco amorosa madre (Rosanna Arquette), Gus intenta emular al legendario James Dean, haciendo honor a la frase “Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver”.
Esta perdidamente enamorado de una morocha infernal y está dispuesto a hacer cualquier locura delirante para poseerla. Ella es Ruby (Krysten Ritter), una tatuadora especializada que se acerca y se aleja de él, tanto como el deseo que Gus tiene por ella.
Tras robar un Rolls Royce blanco, inician juntos un viaje inadaptado y enamoradizo, al mejor estilo setentista, hacia una lejana naturaleza que los une.
Como ópera prima es un buen producto el conseguido por Jake Hoffman y aunque tiene debilidades, porque en momentos se trasladan en extremo los delirios del protagonista, termina resultando atractiva y con momentos bien logrados; especialmente se nota una muy buena química de la dupla que conforman Benedict Samuel y Krysten Ritter.

Calificación Fanaseriecine: 6 sobre 10